Editorial /
Los siniestros de tránsito y las motos…
Los siniestros de tránsito, son hoy por hoy, una epidemia que en forma diaria cobra vidas y lesionados. Algunos de ellos con consecuencias permanentes, que arrastrarán de por vida. Son la principal causa de muerte en niños entre 5 y 14 años, y la segunda entre la población de 15 a 44 años, según evaluación realizada en el país. Muchas de las actividades que se desarrollan en este presente Mayo Amarillo, apuntan a tratar de concientizar, educar en el respeto a las normas de tránsito y así, apuntar a bajar la siniestralidad y su costo humano.
Como se ha difundido y se apunta, con esta actividad, se espera cambiar la forma de actuar en el tránsito para que, como dicen sus organizadores “2.500 jóvenes no mueran en los próximos 10 años”.
Este año se eligió a los motociclistas como tema de campaña, porque representan más del 50% de fallecidos en el tránsito. Cabe recordar que el 45,7% de los fallecidos en 2016 a nivel nacional –exactamente 204 personas– circulaban en motos y, de acuerdo al último Informe de Siniestralidad Vial, la mitad de los motociclistas fallecidos eran jóvenes entre 15 y 29 años.
En el lanzamiento de la presente edición de Mayo Amarillo, su referente nacional, el jefe de la Emergencia del Hospital de Clínicas, doctor Fernando Machado, planteó el desafío de adoptar cambios de conducta y formas de pensar respecto a cómo manejamos ya que advirtió que las campañas “no van a tener efecto si no logramos impactar en el comportamiento en el tránsito”.
Los siniestros de tránsito constituyen un problema de salud pública y tienen graves repercusiones sociales y económicas, además de las consecuencias físicas y psicológicas que suelen padecer las víctimas.
Como planteó recientemente la licenciada Eliane Suhr en una conferencia realizada por Mayo Amarillo en Salto, es mucho lo que se pierde en un siniestro de tránsito porque aún cuando no se pierda la vida quedan secuelas importantes.
En este sentido señaló que “cuando intentamos medir la calidad de vida posterior a un siniestro, nos encontramos con personas que tienen alteradas muchas funciones físicas, como comer o bañarse solos; funciones psicológicas que tienen que ver con las emociones; funciones cognitivas, porque no pueden hacer un razonamiento o recordar; y funciones sociales, ya que es muy difícil volver a las actividades que hacían antes”.
Esos son los dramas diarios de los cuales no hablan las estadísticas y con los cuales muchos uruguayos tienen que convivir de por vida, tras haber resultado involucrados en un accidente de tránsito. Preocupa también el riesgo al que se somete a los niños cuyos padres o responsables utilizan ese popular y accesible medio de transporte y no toman en cuenta la normativa que rige al respecto.
A nadie se le ocurriría en el Uruguay, prohibir la circulación de motos dado que tienen una importancia socioeconómica muy importante al permitir que diariamente importante número de personas la utilicen como medio de transporte o trabajo. No obstante, hay conductas elementales de seguridad vial que deben ser respetadas. Porque así lo obligan las leyes vigentes pero también por una cuestión básica de salvaguarda de la vida propia y la ajena. Como todos somos parte del tránsito, la responsabilidad de su mejoramiento, es también parte de la responsabilidad de cada uno de nosotros.
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