Análisis K
El Salario Rosa
De manera creciente las campañas electorales están plagadas de guiños hacia las mujeres -en el caso uruguayo más de la mitad del electorado- y la propuesta de pagarles para que se queden en casa para realizar las tareas doméstica es la estrella de un país americano. Algunos lo llaman el salario rosa: una remuneración para “reconocer el trabajo de las amas de casa”. La siguiente historia es verídica y relatada por una ciudadana de un país de las Américas:”…me dijeron que a todas las mujeres de la casa nos iban a dar una tarjeta, que teníamos que ir a llenar un formulario y con eso nos las entregaban”, cuenta María, de 59 años.
Son cinco mujeres en casa y salvo su hija de 7 años, todas podrían ser candidatas para recibir la subvención. La propuesta es simple: 110 dólares bimestrales para las mujeresque se quedan en su casa cuidando niños, haciendo de comer, haciendo la limpieza. Dicen que es un trabajo que merece un reconocimiento. Tiene mucho significado para el hogar y permite que el hombre tenga la oportunidad para salir a trabajar para generar un ingreso para su familia” explicaron dirigentes políticos promotores del salario rosa aunque reconocen que no se ha hecho un estudio para determinar quiénes serán las mujeres beneficiadas y que las arcas públicas necesitarán de una reingeniería financiera para conseguir los recursos para el programa.
En algunos países se ha estimado el valor económico de las labores domésticas, en uno de ellos representa un 24,2% del Producto Interno Bruto (PIB). Una cifra que representa un mayor valor que el de actividades económicas como la manufactura, el comercio y los servicios inmobiliarios del país involucrado. De todas las actividades en los hogares —que van desde la limpieza, la alimentación y la administración— el 74% es generado por mujeres. Si trabajar en el hogar fuese remunerado, concluye el estudio, una persona tendría que recibir 2.650 dólares al año, es decir, 220 dólares al mes, cuatro veces más que lo propuesto precedentemente.
“Los recursos propios del Estado difícilmente puedan financiar un programa como este”, señalan la mayoría de los economistas y al mismo tiempo reprochan que en los programas electorales de los candidatos no existan propuestas para políticas públicas que incentiven el trabajo decente y bien remunerado tanto para hombres como para mujeres.
Mientras tanto, un grupo de mujeres echa a volar la imaginación sobre lo que un dinero extra les permitiría hacer. “Yo invertiría en telas y una nueva máquina de coser para ya no tener que usar la de mi hermana”, dice Noemí. “Eso es lo que debería hacer el gobierno, invertir en nuestras microempresas, no nada más dar dinero por estar ahí sin hacer nada”, remata su madre María. El debate sobre el rol de las mujeres dentro y fuera del hogar está servido con una propuesta que, de entrada, sugiere perpetuar el papel de la mujer como encargada de las tareas domésticas. “Estos programas están dirigidos a las mujeres, pero como una figura materna o reproductora, no desde una perspectiva que busque fomentar la igualdad en las relaciones de familia”, evalúa Christian Mendoza, investigadora del Instituto de Liderazgo Simone de Beauvoir, organización no gubernamental feminista de México. Mendoza apunta que si el salario rosa fuese una política pública con múltiples dimensiones consideraría la importancia de la conciliación entre las tareas del hogar y otras actividades o empleos. “En vez de promover la participación de las mujeres en los espacios públicos, las restringen, pues las mantienen en un espacio privado. Una retribución por realizar labores domésticas las mantiene dentro de su hogar. Tampoco permite que el trabajo se reparta entre las parejas o entre el resto de los miembros de la familia”.
El caso del salario rosa relatado, las referencias sobre sus destinatarias y las modalidades de su instrumentación no son precisamente de Uruguay sino de México, de un estado en particular de la federación mexicana. En nuestro país se viene hablando desde hace mucho tiempo y ahora mismo en concreto hay una propuesta de una jubilación para las amas de casa, que está en discusión en el marco de la campaña electoral incipiente. No me constan las cifras en pesos que se manejaría para el caso oriental ni el costo de la erogación para el estado pero sí que se trataría de una “jubilación rosa” (ya no salario). Por ahora solo recogerían firmas para la redacción de una ley que formalice semejante prestación social para las amas de casa. Cabe preguntarse varias cosas al respecto, si se tratare de un hombre “amo de casa” ¿igualmente le correspondería el beneficio o es solo cuestión de género? Además hay que decirlo que las mujeres en Uruguay, sean casadas o no, jefas de familia o lo que fuera, reciben asistencia económica y alimentaria del estado en variadas cantidades, y algunas que resultan asombrosas, que en el cúmulo de hijos pueden sumar cifras muy importantes.
A la jubilación rosa siempre sobrevolando en las promesas de candidatos variopintos, de izquierda y derecha, ahora se le agregaría -en dimensión mundial- el salario universal: que todos los ciudadanos y residentes del país obtengan un salario mínimo y vital por parte del Estado, que lo recibirían todos, los desempleados y aún los que mantienen un contrato laboral con salario formal. Esta idea todavía no desembarcó con fuerza en territorio nacional y como dicen que aquí llega todo mucha más tarde, habrá que esperar todavía algunos años a cuenta de la lenta y parsimoniosa cocción uruguaya.
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