Opinión /
La repetición y la extraedad al egreso
Algunos estudios plantean como argumentos a favor del uso de la repetición como instrumento pedagógico que el estudiante que no alcanza ciertos conocimientos o habilidades mínimas al culminar un grado no se encuentra apto para avanzar al siguiente; volver a cursar un grado posibilita que el alumno refuerce sus conocimientos y egrese con una mayor aptitud que le permita desempeñarse mejor en grados futuros; evita al estudiante la frustración de enfrentarse a una situación de aprendizaje y a un grupo de pares que trabaja temáticas que van más allá de su comprensión; es una estrategia pedagógica que permite nivelar los grupos de estudiantes, facilitando el trabajo docente y el desarrollo del grupo; permite una mejor adaptación de los alumnos inmaduros, que de este modo avanzan a su propio ritmo; y actúa como elemento disuasivo del bajo rendimiento escolar, ya que incentiva el esfuerzo personal de los alumnos.
Otros estudios argumentan en contra del uso de la repetición. Consideran que aumenta el riesgo de desvinculación; no garantiza mejoras en el aprendizaje; provoca el alejamiento del grupo de pares; puede generar la sensación de haber fracasado; puede reducir las expectativas familiares e individuales; y administrativa y financieramente significa un uso ineficiente de recursos, ya que la repetición tiene un alto costo y no está probada su eficacia. Los metaanálisis del impacto de la decisión de hacer repetir a un estudiante, así como algunos estudios puntuales a nivel internacional, señalan que puede tener algunos efectos positivos o neutros a corto plazo —en el año en que se vuelve a transitar un mismo curso o inmediatamente después—, pero que a largo plazo es negativa, tanto para la trayectoria del alumno como para su desempeño. Es así que la repetición se ha tornado prácticamente inexistente en los países desarrollados. En general, en los que se continúa aplicando ha pasado a ser el último recurso, luego de haber empleado una serie de herramientas para intentar mejorar el desempeño del alumno. En Uruguay el empleo de la repetición está permanentemente en debate. Las autoridades han manifestado la voluntad de reducir las tasas de repetición y contribuir así a mejorar las tasas de culminación de los diferentes niveles de la educación obligatoria (ANEP, 2015). Históricamente Uruguay ha presentado tasas de repetición muy altas.
Además, la estructura de la repetición hasta ahora se ha caracterizado por alcanzar los niveles más altos en primer grado de primaria y de media, para ir descendiendo a medida que se avanza de grado. Esta “concentración masiva de la repetición en los grados inferiores (particularmente en primer grado) determina una estructura de flujo que produce altos niveles de frustración temprana (en el niño y en sus padres) y contribuye fuertemente a la desafiliación escolar en etapas posteriores del ciclo educativo” (ANEP, 2005: 70). Uruguay presenta porcentajes de repetición en educación media básica que se ubican entre los más altos de la región y que contrastan con los niveles que muestra primaria (Cardozo, 2016). Asimismo: “Dos indicadores resumen bien (aunque no agotan) el panorama general al respecto, al menos para el sector público: la extraedad al egreso (prácticamente uno de cada tres alumnos egresa de primaria con al menos un año de rezago escolar, producto de experiencias de repetición anteriores) y el insuficiente desarrollo de las habilidades cognitivas esperadas para el nivel en áreas instrumentales como la lectura o el razonamiento lógico, habilidades que los alumnos habrán de activar para poder seguir aprendiendo y progresando en el nivel siguiente. Como las trayectorias educativas en general y las trayectorias de aprendizaje en particular son, ante todo, procesos acumulativos, las dificultades en una etapa de la escolaridad se ‘arrastran’ naturalmente a las etapas siguientes. En nuestro sistema educativo, además, este ‘arrastre’ suele ser doblemente crítico, debido a la históricamente débil articulación institucional y pedagógica que existe en los hechos entre los ciclos, modalidades y subsistemas de enseñanza” (Cardozo, 2016: 28).
En definitiva, la utilización de la repetición está generando extraedad, sin lograr mejorar considerablemente las habilidades cognitivas de los estudiantes. Por otra parte, desde un punto de vista macro, la repetición vuelve más lento el flujo de alumnos, lo que genera un aumento relativo de la matrícula de cada grado y de las escuelas (ANEP, 2012). 8 Análisis descriptivo de la repetición en base a la Encuesta Nacional de Adolescencia y Juventud (ENAJ 2008-2013) La repetición en primaria Si bien la ANEP ha tomado un conjunto de medidas que se proponen reducir los niveles de repetición en primaria, los cinco años que van entre 2008 y 2013 constituyen un período de tiempo relativamente corto para que se observen cambios importantes en este indicador. De los jóvenes consultados en 2013, uno de cada cuatro manifiesta haber repetido al menos una vez en primaria, situación que prácticamente no ha variado desde el año 2008.
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