Imprimir

La vorágine de los acontecimientos nos ha hecho analizar sin pensar muchos temas. Uno de ellos es el recurrente pedido de que Salto tenga un mayor estadio de fútbol que el viejo y querido Ernesto J.Dickinson. Un parque hecho hace mucho tiempo por una dirigencia activa y muy bien ubicado, con amplias avenidas de acceso hacia todos lados. Por lo que lo primero que hay que decir es que el Dickinson está en un lugar muy adecuado.

Durante la última Copa América celebrada en Uruguay se mejoraron tres estadios en el país, fuera del Centenario, para que albergaran a otras tantas sedes. Así Rivera con su Paiva Olivera, Paysandú con el Estadio Artigas y Maldonado con el Domingo Burgueño Miguel se vieron ampliamente beneficiados con mejoras que incluso los dejaron para el uso de partidos internacionales oficiales con una espléndida iluminación.

Hay clubes de la capital que aprovecharon eso para hacer partidos amistosos u oficiales internacionales. Peñarol, por caso, jugó algunos partidos contra equipos brasileños en Rivera, se hicieron clásicos de verano en Maldonado y también en Paysandú hace un lustro pero no mucho más. Incluso el Parque Artigas sanducero tiene parte de su estructura clausurada por peligro de derrumbe lo que ha cuestionado ciertamente el proceso que lo llevó a esa situación luego de la millonaria inversión previa a la copa del año ‘95.

Hoy en Salto se piensa tener un estadio de magnitudes para poder captar partidos de fútbol profesional y así tener un atractivo más a los muchos que tiene la ciudad y el departamento, de por sí con un gran nivel de actividades todo el año y que se reflejan en una vida activa que atrae a turistas del país y la región.

Pero con franqueza nos cuestionamos si Salto realmente necesita un estadio de gran envergadura caso el Atilio Paiva Olivera o los otros. Está bien que si miramos desde el punto de vista exclusivo de las ciudades, Salto es más grande, no mucho más pero al menos un poco, que Rivera, Paysandú o Maldonado, y sin embargo tiene un parque deportivo pequeño y vetusto, mientras otros exhiben canchas monumentales. Aunque realmente creemos que no es necesario un estadio de tantas dimensiones ya que no se justificaría su construcción. Si se quiere habría que aprovechar los cien años de la Liga Salteña de Fútbol para remozar su Parque Dickinson en lograr tablero indicador, mejorar la iluminación y otros aspectos importantes que hacen a la comodidad del espectador, del que es propietaria la propia Liga siendo un caso singular en el Interior del país ya que la mayoría de los estadios son municipales. Sí creemos que se necesita mejorar el actual estadio, pero no uno nuevo para tantos miles de personas pues sería un gasto sin mucho retorno. El fútbol grande apenas pasa por Montevideo, el Interior es relleno en lo profesional y cargar al Estado con más gastos para tener un par de partidos al año creemos que no tiene sentido. Quizás amparados en querer tener por tener muchos puede argumentar que otros tienen y nada más, incluso si se arreglara el de Paysandú el Uruguay contaría con cuatro estadios de envergadura y alguno más en la capital y la verdad que ya está, honestamente no da para mucho más.

¿Cuántos partidos han llenado el Atilio Paiva Olivera en los últimos diez años?

¿El Estadio de Maldonado tiene un movimiento intenso que justifique su tamaño y cuidado?

La realidad nos indica que no es hoy necesario un estadio de grandes dimensiones, y que si bien eso daría trabajo a mucha gente durante su construcción preferimos que ese esfuerzo económico se vuelque en apoyar a la producción y erigir complejos de viviendas que comiencen a erradicar los muchos asentamientos irregulares que tiene Salto y que han crecido en los últimos años.