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El actual gobierno nacional, se viene manejando en el amplio espectro de su accionar, bajo la posición filosófica de libertad con responsabilidad. De esa forma, ha dejado en claro que su posición es la de poner la confianza en la gente, a diferencia de otros gobiernos donde primó la idea de concentrar el poder, para aplicar políticas centralizadoras. De esa forma, no se dejó espacio para que la sociedad decidiera y gestionará fuera de esa férrea actitud y posición.

En su estilo, es dable reconocer que el gobierno de Lacalle Pou, en estos diez meses de gestión, se ha manejado con firmeza y logros, aplicando una austeridad real, aunque seguramente dada la situación que está generando la pandemia, cuyo final sigue siendo una  gran incógnita, deba realizar algunos ajustes en las famosas “perillas”. Percepción que nos permitimos atendiendo a su declarada y notoria posición de hacer todo lo que sea necesario. Buscando llegar al momento justo, para hacerlo. Ni seis meses antes ni seis meses después. Algo que si se quiere es prudente, para llegar, con un panorama más claro, trabajar, gestionar para encontrar y promover las mejores soluciones.

Todo atendiendo que la pandemia se agudizó en los tres últimos meses, comenzando en noviembre, diciembre y este enero transcurriendo en su últimas semanas, donde estamos ante una situación más complicada especialmente en algunos sectores, como por ejemplo las pequeñas y medianas empresas.

Sector muy importante y sensible en la vida nacional, porque como bien se sabe las “pymes”, son el innegable centro de nuestra economía y las que más empleos generan. Al presente en el país, se estima que funcionan unas doscientas mil empresas de ese tipo,  que emplean casi setecientas mil personas, por lo que representan el 80% del aparato productivo.

Empresas que vienen soportando desde hace años, el peso del denominado “costo país” generado por  los anteriores gobiernos de la izquierda,  responsables de la pesada herencia  recibida por el gobierno de Lacalle Pou de un déficit de 5 puntos del Producto, pese a una fuerte presión fiscal que sobrepasa los tres mil  millones de dólares que se vuelcan anualmente a Rentas Generales  y que son insuficientes para el modelo instalado y practicado por los gobiernos del Frente Amplio. Todo por la aplicación de una filosofía y política más voluntarista que realista, basada en un gasto sin freno por el Estado, en cuyo marco creció de una forma desorbitada asfixiando a la actividad privada y en especial a las pequeñas y medianas empresas. Así se alentó, priorizo, una política de desarrollo que alentaba a las empresas a crecer, ampliarse, lo que supuestamente permitiría tener mayor rentabilidad y alentaría la llegada de mayores inversiones. La realidad nos muestra que esa política fue errada y que para lograr inversiones se debieron conceder exoneraciones extraordinarias, donde el verdadero interés del país, no se cuido, como bien lo ha dejado en claro el contrato realizado con la empresa finlandesa UPM. 

Hoy son las medianas y pequeñas empresas, las que están más afectadas y pagando las consecuencias de una política del derroche, de inversiones erradas e innecesarias, marcando  la falta de  una planificación seria. 

La situación, se bien algo se atenuó con medidas como no subir el precio del gasoil o posponer los aportes al BPS, necesitan de un mayor ajuste, una ampliación en sus alcances, porque el año se inició con mayores complicaciones a las esperadas. Algo que los científicos que asesoran al gobierno, han advertido que “lo peor está por venir”

Ante esa posibilidad, el gobierno seguramente sopesando esta realidad y las posibles mayores complicaciones arbitrará las soluciones adecuadas para el momento.

Creemos que el Estado tiene que apoyar a quien corresponda, especialmente cuidando el aparato productivo. Cuidando y preservando recursos, atendiendo a los sectores de mayores necesidades, apoyándolos a nivel individual.

Hoy hay empresas que enfrentan el dilema de cerrar,  por lo que corresponde que el Estado apoye las iniciativas genuinas, apelando a la responsabilidad y seriedad de cada uno entendiéndose y valorando  el sacrificio que se está realizando.

En ese marco, es que entendemos que las pequeñas y medianas empresas, parte medular del aparato productivo y económico del país, merecen ser cuidadas. Entendiendo que no se les regala nada, reconociendo que el costo país hace inviable muchas actividades, por lo que el Estado tiene su cuota de responsabilidad.

No hablamos de privilegios, sino de poner la asistencia debida en las pequeñas y medianas empresas, como lo hacen países desarrollados atendiendo que las pymes, son el centro de la política económica y del entretejido social. 

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