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Un nuevo informe presentado por el Ministerio de Desarrollo Social (Mides), en conjunto con Unicef y el Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa), expone con precisión la magnitud y las características de la discapacidad en Uruguay, a partir de los datos del Censo 2023. El estudio analiza brechas en el acceso a derechos fundamentales —educación, salud, vivienda y trabajo— y permite dimensionar la desigualdad que enfrentan miles de uruguayos.

Según el relevamiento, en el país viven más de 197.000 personas de 5 años y más en situación de discapacidad. De ellas, 62% son mujeres (unas 122.000), mientras que los hombres representan el 38% restante. El informe también destaca la presencia de más de 18.000 niños y adolescentes con discapacidad —el 9,2% del total—, unos 82.000 adultos entre 20 y 64 años, y cerca de 97.000 mayores de 65, quienes constituyen casi la mitad del universo relevado.

La discapacidad se distribuye en distintos dominios: 3,1% de la población presenta dificultades visuales, 2,8% de movilidad, 1,4% cognitivas, 1,2% auditivas, 1% de autocuidado y 0,9% de comunicación. La prevalencia aumenta de forma pronunciada con la edad: entre los 45 y 64 años alcanza el 6,6%, y entre los mayores de 65 casi uno de cada cinco presenta algún tipo de discapacidad. En quienes superan los 80 años la cifra llega al 35%.

Por departamentos

En la comparación territorial, los departamentos con mayor prevalencia son Rivera (7,7%) y Rocha (7,4%). En el extremo opuesto se ubican Colonia y Maldonado (5,7%). En el litoral, Salto (6,2%), Paysandú (6,4%) y Río Negro (6,3%) se ubican cerca del promedio nacional, ligeramente por debajo de Montevideo (6,6%). El informe subraya que la discapacidad es más frecuente en zonas urbanas que en rurales (6% contra 4,3%), y especialmente en ciudades intermedias. La relación entre discapacidad y situación socioeconómica aparece como un factor determinante. La prevalencia es del 7,7% en hogares con necesidades básicas insatisfechas, frente a 6,3% en aquellos con necesidades satisfechas. 

La brecha en educación y lo laboral

El acceso a la educación muestra otra fuente de inequidad. Aunque la asistencia entre los 5 y 12 años es similar, los niños con discapacidad ingresan más tarde al sistema educativo. A partir de los 13 años la brecha se profundiza: el 7% de adolescentes con discapacidad no asiste, frente al 2% de sus pares. Entre los 16 y 17 años, la inasistencia asciende al 16% (10% en quienes no tienen discapacidad). Las diferencias también varían por género: son más amplias entre varones.

En materia laboral, las brechas se vuelven contundentes. La participación en el mercado de trabajo es del 57% en personas con discapacidad, frente al 85% de la población sin dificultades. La tasa de empleo también es menor (49% contra 78%) y el desempleo casi se duplica: 14% frente a 8%. El informe concluye que la discapacidad, lejos de ser un fenómeno aislado, se entrelaza con la edad, el territorio, el género y las desigualdades socioeconómicas, generando barreras sistemáticas que Uruguay aún tiene pendiente remover.

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