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Una persona de total confianza de nuestra casa periodística nos decía ayer, textualmente: “Quiero denunciar una estafa realizada por un grupo que se identifica como vendedores de electrodomésticos y muebles supuestamente desde Paysandú. El procedimiento que utilizan es el siguiente: al contactarlos para comprar algún producto, brindan un número de cuenta bancaria a nombre de una persona (llamada X, con cédula XXXX), que se presenta como encargada de turno. El número con el que se comunican termina en 6713. Luego solicitan que se realice un depósito como pago y exigen que el comprador envíe una foto del comprobante o ticket del depósito. Tras esto, dejan de responder los mensajes y nunca entregan los productos adquiridos. Hago este comunicado para alertar y prevenir que más personas sean víctimas de esta estafa”.

Todo dicho, ¿verdad? Como lo venimos diciendo tantas veces, estas cosas siguen ocurriendo y, lo peor del caso, es que hay gente que sigue cayendo en la trampa. A su vez, hace unos días hablábamos con un empresario que se dedica a vender piscinas y trabaja con envíos a todo el país, que nos planteaba su preocupación por el hecho de que “por unos pocos estafadores que tendrían que estar presos, quedamos manchados todos los que trabajamos con honestidad, porque vamos perdiendo la confianza, la gente empieza a tener miedo y no encarga”. Y más preocupa, en este momento, en su rubro, ya que se viene el calor y la posibilidad de “hacer la zafra” con la venta de piscinas.

Un periodista de nuestro diario que estuvo la semana pasada en la terminal de ómnibus de Paysandú, quedó sorprendido por la limpieza que hay en los andenes, donde según él, “no vuela ni un papel de caramelo”. Pero también nos contaba que allí hay recipientes que dicen “Exclusivo para yerba”. Es decir, son recipientes como cualquier otro, pero bien forrados con nailon por dentro. Buena idea. Más allá que la clasificación de residuos en diferentes receptáculos no es algo nuevo, sino que se viene tratando de imponer fuertemente y no solo en nuestro país.

A propósito de residuos, se sigue viendo en Salto que cuando la gente saca sus bolsas de basura a la vereda, no tiene -en general- la suficiente precaución con vidrios y otros objetos cortantes. Es una cuestión de empatía y respeto por los funcionarios de recolección. No cuesta tanto envolver esos elementos en diarios o cartones; porque de hecho sabemos que más de un funcionario se lastima las manos al manipular estas bolsas, y con más frecuencia de lo que uno se imagina. Uno de ellos nos comentaba hace poco: “sumale que muchas veces trabajamos en calles poco iluminadas, no podemos ver bien lo que estamos agarrando, no cuesta nada tener un poco más de cuidado”.

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