Los números no mienten. Más de 800 millones de dólares en pérdidas acumuladas en el negocio del portland de Ancap a lo largo de 25 años no son un error contable ni una mala racha: son el resultado de décadas de decisiones ideológicas y negación de la realidad. El país, no puede seguir sosteniendo un emprendimiento deficitario, con plantas obsoletas y sin posibilidad de competir. El horno de Sendic, costó más de U$S 50 millones y nunca se instalo ni usó. Es el monumento al despilfarro. No es hora de “diagnósticos” ni “de análisis” es hora de poner fin a ese barril sin fondo. Si no se corrige el rumbo, se seguirán perdiendo recursos que Uruguay necesita con urgencia en áreas vitales.  Ciudadano Observador