"Despidos, Miedo y Silencio"
-
Por Pedro Rodríguez
/
moviles@laprensa.com.uy

En la última década, en esta querida esquinita del mundo, vivimos situaciones que aún hoy duelen. No fue una guerra, pero se sintió como tal. Había miedo, ansiedad, silencio, y algo peor: burlas. Cuando comenzó a circular la lista de trabajadores que iban a ser echados por el Frente Amplio y su intendente Andrés Lima, muchos sintieron que se les helaba el alma. Pero otros… parecían disfrutarlo. Reían. Ironizaban. Como si el dolor de unos fuera el triunfo de otros.
Y así fue. Los despidos llegaron. De a cientos. Todos nos fuimos a la plaza, levantamos la carpa, marchamos con dignidad. Pero el intendente salía por la puerta principal, con soberbia, como desafiando a quienes acababan de quedarse sin trabajo. Esa imagen, esa indiferencia, no se olvida.
En las marchas, dirigentes de ADEOMS controlaban quién iba. Parados estratégicamente en calle Uruguay, observaban a los que reclamaban. A uno de ellos lo golpearon. No justificamos la violencia, nunca. Pero ese episodio muestra el nivel de tensión que se vivía.
La carpa, símbolo de resistencia pacífica, fue ignorada por el sindicato, por políticos, por funcionarios. Éramos invisibles. Nos trataron como leprosos. Como si reclamar por un derecho fuera algo vergonzoso.
Después vino lo más difícil: volver a casa y empezar de nuevo. Explicarle a los hijos que todo iba a estar bien, aunque el corazón estuviera hecho pedazos.
Hoy, cuando veo a cientos de trabajadores municipales que viven una situación parecida, no puedo no entenderlos. Ellos también tienen miedo. Y sí, es cierto: muchos entraron ocupando lugares que antes eran de otros. Pero también es verdad que fueron obligados a militar, a repartir volantes, a concurrir a todos los actos políticos. Fue un abuso de la necesidad. Nadie chistaba, por miedo a perder su trabajo.
Y lo que es peor: los adoctrinaron a odiar al que piensa distinto. Ya no es el adversario político. Es el "enemigo de clase", la "derecha". Ojalá estos trabajadores, que hoy están ansiosos por saber qué hará el próximo gobierno, comprendan que no hay enemigos entre trabajadores. No importa la ideología. Somos todos trabajadores, con los mismos problemas, los mismos miedos y las mismas cuentas que pagar.
Reafirmo mi solidaridad con ellos. Hablo de los trabajadores de verdad, los que cumplen sus ocho horas, los que se ganan el pan con esfuerzo. No importa cómo hayan ingresado: mi solidaridad firme y sincera es con ellos.
Y mientras algunos justificaban los despidos de antes con un déficit de 700 millones, hoy —con un déficit de 2.400 millones según la rendición 2023— han ingresado más de 700 trabajadores por designación directa. ¿Dónde está la lógica? ¿Dónde está la coherencia?
Comentarios potenciados por CComment