El Bosque Nativo y la Costanera al Río Daymán
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Por Leonardo Vinci
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joselopez99@adinet.com.uy

La protección del bosque nativo es hoy una de las tareas más trascendentes en materia ambiental. Desde la Dirección Forestal se ha solicitado a la población que se involucre en una gestión de alta relevancia: el combate a las especies invasoras que amenazan este patrimonio natural. “Conservar nuestro bosque nativo es compromiso de todos, podemos lograrlo, conocer es proteger”, reflexionó recientemente Raquel Balero, encargada del Departamento de Manejo y Protección.
Uruguay se distingue en el plano internacional por haber revertido la tendencia global de deforestación. Gracias a una política de Estado instaurada con la Ley Forestal de 1987, el área total de bosques pasó de 900 mil a más de dos millones de hectáreas. Actualmente, el país cuenta con 1,15 millones de hectáreas de bosque plantado y 850 mil hectáreas de bosque nativo. Este sector no solo aporta a la sostenibilidad ambiental, sino también a la economía: en 2024 las exportaciones forestales superaron los 3.000 millones de dólares, posicionándose por encima de carnes, granos y lácteos, y generando empleo directo para unas 18.000 personas.
En Salto, la costa del Uruguay desde Arenitas Blancas hasta el Daymán se presenta como un corredor natural donde predominan las especies autóctonas. Allí el monte ribereño, las playas agrestes y la fauna nativa conforman un paisaje de enorme belleza y valor ambiental. Arenitas Blancas, con su fuerte carga afectiva para los salteños, es un sitio buscado por quienes desean paz, pesca y contacto directo con la naturaleza. Por su parte, la desembocadura del Daymán ofrece escenarios ideales para el campamento y la pesca deportiva, especialmente del surubí, atrayendo tanto a visitantes locales como a turistas.
Ya en 1985, poco después de la recuperación democrática, se planteó en la Junta Departamental de Salto la posibilidad de realizar estudios de factibilidad para construir un camino costero entre Arenitas Blancas y el Daymán. Incluso se incluyó un artículo referido al tema en el presupuesto quinquenal de aquel entonces. Sin embargo, a pesar de los años transcurridos, el proyecto nunca se concretó.
Hoy, la iniciativa cobra nuevo sentido. En ese tramo costero, aún inexplorado y con un potencial turístico inmenso, debería pensarse en un camino costero o costanera que respete el entorno y contribuya a consolidar la protección del bosque nativo. No se trataría de una ruta pavimentada de alto tránsito, sino de un sendero natural que permita recorrer la zona a pie, en bicicleta o en vehículos livianos. Este camino podría incluir miradores, paradas interpretativas, áreas de descanso y accesos controlados a playas y zonas de pesca, generando un turismo responsable y sostenible.
La creación de esta costanera sería estratégica. Por un lado, fortalecería la preservación del bosque nativo al integrarlo en un proyecto de desarrollo con conciencia ambiental. Por otro, ampliaría el circuito turístico del departamento, tradicionalmente centrado en la oferta termal. Salto ganaría un nuevo producto turístico vinculado a sus paisajes ribereños y a la identidad local, atrayendo a visitantes interesados en el ecoturismo, la recreación al aire libre y la cultura ambiental.
En definitiva, el tramo Arenitas Blancas-Daymán encierra la posibilidad de articular tres objetivos de alta relevancia: la conservación de la biodiversidad, el fomento de un turismo sostenible y la creación de nuevas oportunidades de empleo. Retomar aquella vieja idea y ponerla al servicio de las generaciones presentes y futuras sería un gesto de coherencia con la política forestal que ha distinguido a Uruguay en el mundo.
El nuevo gobierno tendría la oportunidad de reabrir este debate y volver a estudiar la propuesta. Se trata de una apuesta turística con identidad natural, donde la protección del bosque nativo y el desarrollo local pueden convivir en equilibrio.
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