El cambio como forma de vida
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Por el Lic. Fabián Bochia
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fbochia@laprensa.com.uy

Hace años que nos resistimos a decir que todo tiempo pasado fue mejor. No se puede pensar así por la lógica evolución de los acontecimientos. Veamos el caso que nos ha involucrado en forma personal. Junto a otros docentes de Formación Docente armamos un grupo de cuatro personas que fuimos dando talleres en el Instituto de Formación Docente "Rosa Silvestri" de Salto y el Centro Regional de Profesores del Litoral, Cerp, todo durante el año 2024. Esto disparó el interés de la Liga Salteña de Básquetbol donde dijimos presente en cada una de las seis instituciones que están afiliadas en tanto tenemos agendado un viaje a Bella Unión para trabajar junto a los amigos del Náutico. Uno de los puntos que tocamos en esos talleres es la evolución de las familias y, buscando material para esas jornadas, nos encontramos con una evolución rápida que arremete contra los tiempos. Seamos claros, si una persona nacía en el año 1600 y otra en 1650 no había mayores cambios, pero si una persona nace en el año 1960 y otra en 1990 sí. Acá lo que nos pasa es que en poco tiempo se cambia mucho. Por caso en el año 1994 llegó el cable a Salto y revolucionó la forma de ver televisión. En el año 2008, en el segundo semestre, llegó el Plan Ceibal a Salto y revolucionó el acceso de los niños de las escuelas públicas a la informática y la Internet.
Todo esto hace que las personas que tienen hijos en los últimos treinta años se vean expuestas a cambios vertiginosos a los que cuesta acostumbrarse. Porque mucha gente de cuarenta, cincuenta años de hoy se formó en el papel, en la tele y la radio y hoy todo es digital. Pero el gurí de veinte vino con una computadora abajo del brazo y para él vivir la era digital es vivir "su era". Habrá que ver cuando la muchachada de hoy tenga cincuenta años a qué se enfrenta a este ritmo que se dan las cosas y allí está la clave de todo, acostumbrarse al ritmo vertiginoso de los cambios. Es que cambios siempre hubo, claro está el gran tema es que esos cambios eran más lentos y dejaban "acomodar el cuerpo". Sin embargo ahora no te dejan nada, cuando te acostumbrás a algo ya cambia. Veamos los medios de pago, del dinero al cheque, de la letra de cambio a la tarjeta de crédito, a la de débito, a la transferencia y no sabemos cómo termina esto. Eso sí, en todos los espacios el ser humano muestra su lado oscuro y tiene la capacidad de hacer daño y estafar.
Pero saliendo de esto último tenemos que darnos cuenta que nos enfrentamos, los que hemos vivido algo de tiempo, a generaciones que no son malas, que no son vagas, que no es que no se esfuercen, sino que se armaron de otra manera y que descubrieron el placer de los avances tecnológicos en un punto donde nosotros ni siquiera soñábamos.
También esos jóvenes de hoy están sufriendo la arremetida del mercado de consumo, el daño que hace la insatisfacción del no tener inculcada en cada mensaje, en cada publicidad, también sufren aislamiento propuesto por patrones de conducta distorsivos que hacen que por ejemplo en una pieza haya cuatro personas y ninguna se esté hablando.
Hay una soledad que no se disimula por tener un aparatito en la mano, al contrario, la estimula, hoy los hombres estamos más comunicados y sin embargo la soledad campea, encerrados mirando pantallas colores. Esa realidad es un desafío eterno que deberemos asumir a la hora de mejorar el mundo que tenemos. El problema es que las nuevas generaciones solo conocen esta forma de socialización y creen que es la única.
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