Esperanza o resignación
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Por Ramón Fonticiella - Ex Intendente de Salto
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rfonti08@gmail.com

Plegadas las banderas, apagada la música, callados los gritos, ha venido la calma exterior. Salto tiene nuevo intendente, que ha cambiado de signo partidario, quizás no de fundamentos político-ideológicos. Lo digo sin ofensas ni vueltas. La sustitución de Lima (“dueño” del gobierno anterior) por Albisu, no supone para mí un vuelco esencial de objetivos. Ambos han desarrollado en la acción antecedente, procedimientos similares: cultores del amiguismo, del caudillismo en el manejo de la cosa pública, y prescindencia de la opinión popular igualitaria. Los dos gobiernos de Lima y la conducción de Carlos Albisu en Salto Grande, son ejemplos de esa realidad.
La población así lo ha querido, más allá de motivaciones casuales o de convicciones profundas. Nunca tan sabia la expresión latina “Vox populi, vox dei” (Voz del pueblo voz de Dios).
Vendrán los análisis, sesudos o superficiales sobre los porqué de esta situación. Qué la motivó, qué consecuencias tendrá, quién es el responsable, quién ha ganado, qué debemos esperar, constituyen un rosario de interrogantes o suposiciones. Estimo que pueden englobarse en dos sustantivos ESPERANZA y RESIGNACION.
Una parte de la población sentirá esperanza, no sólo los votantes de la Coalición, sino también del Frente y quienes no se consideran cautivos de los lemas. Se pensará que habrá cambios, por lo menos de nombres, posiblemente de procedimientos, de objetivos…en fin de variantes que podrán mejorar la vida de los pobladores.
Otros sentirán resignación, porque sus proyectos naufragaron, sus expectativas se frustraron o simplemente su partido de toda la vida, perdió.
Volcarme por la esperanza, sería una hipocresía, porque no la siento desde mi visión del mundo. Albisu prometió calles, caminos y mil cosas más, todas tangibles, pero no propuso transformar la matriz ideológica del gobierno de Salto. No podía hacerlo, porque su sistema (conocido en Salto Grande y en el gobierno de Coutinho) no tiene grandes diferencias con el de Lima. Pero otorguemos el beneficio de la duda, no juzguemos, pero no me pidan que acune ilusiones; prefiero seguir custodiando el tesoro de la equidad…
Entregarme a la resignación, nunca. El ser humano no puede pecar de acción ni de omisión, por lo menos debe tratar de marchar hacia lo positivo. Por eso no me resigno, aunque eso no le importe a la mayoría (si no hubiera tenido más votos). Seguiré alentando el pensamiento crítico y constructivo, aunque la masa no participe de él. No responsabilizaré a la población que ha sido transformada en dependiente del consumismo y de quienes tiran migajas. Haré culpables de esa degradación, a quienes lucran políticamente con ella, a quienes esclavizan a las personas por limosnas, negándoles la oportunidad de desarrollarse y ser plenos. Es una utopía, es cierto; pero que triste la vida de los políticos que no tengan utopías, que transiten por la inmediatez de la necesidad ajena y el aumento de su propio poder.
Lamento que en Salto la conducción del Frente Amplio y su gobierno hayan perdido el camino de la utopía. Lo hemos pagado caro. La realidad no perdonó. Pero el cimiento ideológico lo ordena : levantémonos y marchemos.
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