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¿Cómo es posible que el déficit de la intendencia de Montevideo haya subido de U$S 2 millones en 2022, pasado a U$S 11 millones en 2023 y llegado a U$S 92 millones en 2024? Estos son datos de la Rendición de Cuentas presentada a la Junta Departamental de la comuna de la capital de la República. Y lo más grande: ¡no arde Troya!

Decía un cuento muy popular de Luis Landriscina sobre un suegro que llamaba la atención a su potencial yerno increpándole que no tenía vergüenza a lo que el sujeto le contestó que “en efecto, tampoco tengo vergüenza”. En el  caso del déficit de Montevideo en el 2024 es escandaloso, subió de 2 millones en 2022 a 92 millones en 2024, apenas dos años después, en 2024.

La explicación del intendente en funciones, el frenteamplista Mauricio Zunino, sin que se le caiga un pelo fue extraordinaria: la caída de los ingresos (sic), la rigidez del gasto presupuestal (sic) y los efectos del tipo de cambio (sic).

Le agregaría además de la rigidez del gasto el ansia de gastar demás en los festejos a lo grande de los 250 años de Montevideo, con recitales de artistas internacionales y nacionales, entre otras parafernalias extravagantes.  Otro ejemplo es que financiar el canal de televisión municipal TV Ciudad le cuesta a la intendencia en torno de los 10 millones de dólares anuales. Y desde luego el año electoral para poner la estructura municipal al servicio de los intereses del Frente Amplio en general y los sectores frenteamplistas departamentales en pugna por las elecciones.

Probablemente haya una situación de baja de ingresos, por lo pronto, se eliminó la "tasa de inflamables" que pagaba ANCAP a la intendencia que implicaba U$S 12 millones de dólares anuales. Seguramente asociado a una moratoria creciente, quizás, por el pago de las contribuciones y patentes correspondientes al departamento. Sumado a un aumento de gastos indiscriminado por varias razones, se sabe que Carolina Cosse no se distinguió nunca en su larga gestión en Antel y en la Intendencia de Montevideo por su austeridad ni transparencia en el gasto público. El Antel Arena que estaba presupuestado en unos 40 millones de dólares para su construcción que terminó costando más de U$S 120 millones. No es de extrañarse entonces que haya liderado semejante euforia de gasto y déficit.

En el mejor de los casos sabían que tendrían menos recursos pero igual le tocaron ficha, no hicieron nada para paliar la situación y pusieron más leña al fuego. Aumentaron el gasto como si nada y no recortaron nada del presupuesto de una intendencia de casi 10 mil empleados, cientos de direcciones y secretarias, obligaciones económicas en todo el espectro del quehacer cultural, social, sanitario…

Reconocer la rigidez de gasto y no hacer nada para modificar o afrontar los números en rojo es asumir que tal montaña de plata en la espalda de la intendencia es razonable de cargarla y tolerarla. Finalmente se aducen temas relacionados al tipo de cambio y su incidencia de el cobro de los impuestos departamentales, un razonamiento improvisado, sacado de la galera y para salir del paso. Increíble.

El intendente electo, Mario Bergara, que asumirá próximamente, ha reconocido que la situación economía y fiscal es grave y preocupante, y que el margen de maniobra es muy estrecho. En Salto asumirá Carlos Albisu, en una situación similar, aunque hay que salvar las distancias. El destino de los empleados, designaciones directas de Andrés Lima, todos votantes, militantes y dirigentes políticos del Frente Amplio, le costarán a la intendencia unos U$S 50 millones a la intendencia en los 5 años del período venidero. Es casi la mitad del déficit de Montevideo solo en 2024. Tanto en un caso como en otro un escándalo de proporciones míticas.

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