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Vamos a abrirle la puerta a los recuerdos y viajar al ayer. A un tiempo en que el galaxy de Miguel Boiani derrapaba en los “vale todo” del autódromo y el Thundirbird de Piegas en el Parque José Luis; Santana y su moto Yamaha tomaba las curvas del viejo motódromo atravesado y Tanoni hacía rugir su BSA. En esa época, la muchachada frecuentaba Mr. Boom, donde Lepera atendía con su particular estilo y los más jóvenes jugaban a los flippers.

El carro con caballlos percherones de Barraca Amorim recorría las calles con su reparto y toda vez que sonaba alguna sirena, salíamos a la puerta a ver que pasaba.

El Buick 29 de Supparo paseaba a las reinas en todos los desfiles, conducido por Honorio vestido de etiqueta y guantes blancos.

Quien no se acuerda de “Palito” cantando en la puerta de Alaska y de Sandro y de otros personajes del Salto: del “Cabeza de bala” y el “Bola Pérez” (Orsai), y de las peleas boxísticas entre el “Ringo” Tavárez y Napoleón Fagúndez.

Recordamos el orgullo que sentimos cuando Adriana Umpierre fue electa Reina de la Juventud en Piriápolis y días después Sarita Alaga era coronada Reina de Punta del Este.

Evocamos el ayer, cuando la moto Indian “Blue bird” con sidecar de la policía circulaba por la ciudad y en las paradas de taxis los colachatas esperaban por sus clientes

Sigue viva en nuestra memoria la figura del “Barita” con su silbato ordenando el tráfico bajo una sombrilla, y el “guardia civil” caminando por las veredas del centro.

Seguramente los mayores recordarán el almacén de ramos generales del “Manco” De los Santos y la carnicería del “Grasita Sifredo” en el mercado 18 de julio; del Palacio de la Galletita, las Delicias de Galicia y la verdulería de Séqueli (el ajedrecista).

Añoramos las matinées del Cine Ariel, primero una película en blanco y negro, luego el “episodio” de “Flash Gordon conquista el universo”, después una de indios y finalmente el estreno; minutos más tarde, al comenzar el continuado nocturno, asombrosamente se abría el techo corredizo en las noches veraniegas.

La Revistera Pinocho y el Salón Fortuna exhibían en sus anaqueles las últimas y más buscadas revistas: Billiken, Mecánica Popular, Radiolandia y El Gráfico.

Era el tiempo de “Pirapó” y Pedro “El Gallo”, cuando la Asociación Cristiana estaba en calle Uruguay al 500 donde sus socios jugaban entusiastas partidos de ping pong y en los mostradores de las farmacias encontrábamos al viejito de la propaganda de “Geniol”, que tenía su enorme cabeza pelada atravesada por clavos, mientras las madres compraban “talipectín”.

Épocas en que los tarros de metal con la leche recién ordeñada quedaban en los portones de las chacras esperando el camión recolector, y se usaba el dicho “la gran pucha” ante alguna contrariedad.

Los niños jugaban a la rueda mientras otros iban a pescar a la curtiembre.

Los aromas de Manzanares eran inconfundibles, donde resaltaba el del café recién molido, al tiempo en que lo ventiladores “Marelli” giraban a toda potencia.

Las fiambreras dieron lugar a las “Ferrosmalt” y las siestas dejaron de ser largas.

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