La Prensa Hacemos periodismo desde 1888

Cuenta Taborda que en 1895 vino a Salto el Capitán Silimbani y su señora, con su globo el "Invencible Forli”. Valientes aeronautas y arriesgados trapecistas, que realizaron desde el Recreo salteño dos ascenciones. En el primer vuelo, el viento Sur-Este impulsó el globo hacia la barra del Arroyo San Antonio Chico, yendo a caer en el campo de los hornos, monte del Sr Garaventa, donde fueron rescatados con toda felicidad.

En la segunda ascención, del globo "... pendían dos trapecios, desde los cuales, la pareja de aeronautas emocionó al público con difíciles y arriesgados ejercicios acrobáticos. El viento arrastró el globo hacia el Río Uruguay yendo a caer en medio del Río, próximo al Castillo de San Carlos de la vecina orilla, donde fueron recogidos por un vaporcito del astillero.” Estos espectáculos dieron días de gran animación a nuestro Salto de antaño. A estos concurría toda la población que por poco dinero- no se cobraba entrada, esta era a voluntad- se vivían instantes de hondas y espeluznantes emociones.

Adelantados de la época...

Si alguien, como una broma o un presentido vaticinio, hubiera dicho a los viejos salteños de aquella época que en el año 1900, o sea cinco años después, Santos Dumont, en París realizaría la conquista del globo "dirigible" y los hermanos Wright en norteamérica, ensayarían al aeroplano, con seguridad que lo habrían de haber tomado por loco y hasta tal vez, lo hubieran linchado por brujo o visionario.

¿Qué habrá sido de Silimbani y su esposa?

Tras recorrer distintas ciudades argentinas, el Capitán italiano llegó a Buenos Aires, cuando una tragedia conmovió a esa capital, sorprendida ante la muerte de su esposa Antonieta Cimolini.

La intrépida pionera de la navegación aérea que cayó desde su globo durante una exhibición, era profesora y, como su esposo, el capitán del Real Cuerpo de Aerostatos de Italia, había nacido en Forli, Emilia-Romagna. Enseñaba gimnasia y poseía notables condiciones de cantante lírica. Corría el año 1904 cuando la joven decidió dar una inequívoca prueba de su propia competencia elevándose sola en un Montgolfier y sobrevolar la ciudad de Buenos Aires. Los diarios porteños convocaron al público para que concurriera el 13 de marzo, a las 4 de la tarde, cuando tendría lugar el lanzamiento, con el fin de participar de un espectáculo inolvidable. A las 11.30 se encendió una gran hornalla y comenzó la difícil tarea de inflar el globo.

Un globo enorme, nunca visto...

Se trataba de uno de los aparatos más grandes que había visto Buenos Aires, y la barquilla había sido sustituída por un trapecio, con el propósito de alivianar el conjunto y realzar la fiesta. No contaba con red. Cuando estuvo todo listo y el público, que colmaba las instalaciones, manifestaba un desbordante entusiasmo, se notó que la brisa reinante rolaba paulatinamente desde el este hacia el sur. A partir de ese momento, el intento de subir a los cielos implicaba un gran riesgo. Los Silimbani pensaron en aguardar un cambio en la dirección del viento e incluso en suspender la ascensión. El capitán quiso cancelar el compromiso, a lo que se opuso la aeronauta, quien alzó en brazos a su hijita de cinco años, besándola repetidas veces antes que el enorme globo se elevara. Antonieta iba prendida del trapecio. Las personas que apreciaban el espectáculo desde las aceras "aplaudían a rabiar", mientras la aeronave se acercaba inexorablemente al río de la Plata. Muchos advirtieron las distintas fases del drama y de pronto, contemplaron como la joven se precipitaba en las turbias aguas, desapareciendo de la superficie sin que se lograra volver a distinguirla por la distancia y el oleaje. Eran las 18:10 y el sol brillaba intenso sobre la urbe y el río.

El destino de la "arriesgada astronauta"

El globo se mantenía a flote, hasta que fue recogido por un bote de pescadores que, con otros, había salido a su encuentro. Marineros de la Prefectura abocados a la búsqueda, rescataron el cuerpo que, como se supo enseguida, era el de Antonieta. Su esposo, agobiado, no había podido participar del reconocimiento que hicieron otros parientes. El reconocimiento médico determinó que "la arriesgada aeronauta" presentaba una contusión en la frente, fruto del violento choque contra el fondo del río, que debió desvanecerla e impedirle utilizar el chaleco salvavidas hallado próximo a su cuerpo. Para aventar toda otra conjetura, el médico de la Prefectura determinó que la muerte se había producido por asfixia de inmersión. Al propagarse la noticia de su fatal vuelo, la prensa subrayó su valentía frente a una muerte segura, mientras crecía una amarga y prolongada sensación de tristeza entre quienes habían presenciado aquella tragedia.

Silimbani murió en Brasil en 1908. Pero esa, es otra historia.

Comentarios potenciados por CComment

Ranking

Titulares Diarios

Recibirás en tu correo electrónico las noticias más destacadas de cada día.

Podría Interesarte