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Las crónicas de los sesenta daban cuenta de un hecho que sacudió la vida ciudadana en la mañana del 7 de setiembre de 1960, cuando se supo la noticia que un avión de aerolíneas argentinas había caído a tierra sobre Pueblo Garibaldi, en San Antonio, habiendo perecido todos sus ocupantes.  Eran las 9 y 45 cuando un avión Douglas DC-6 de la compañía Aerolíneas Argentinas, bautizado "Mariano Moreno", que volaba desde Asunción del Paraguay a Buenos Aires, estalló en el aire, esparciendo en un vasto radio los restos de la máquina.

El pulso de la ciudad, acongojada y dolorida, se detuvo para rendir a las víctimas el postrero tributo. Los cuerpos fueron trasladados al Cuartel de Bomberos donde se procedió a recoger de sus manos inertes los rasgos dactilares para confrontarlos con los que la documentación ofrecía y proceder a la identificación. Ardua y penosa fue la tarea; pero la solvencia técnica y la dedicación ejemplar del personal especializado de la Jefatura de Policía permitió cumplirla integralmente y con extraordinaria precisión.  Se determinaron las nacionalidades: la mayor parte eran paraguayos.

Junta Departamental rindió tributo...

Se dijo en la Junta Departamental esa noche: “Abruma el alma y lacera el corazón la catástrofe aérea acaecida hoy, tan cerca de nosotros…” El Parlamento lugareño rindió su tributo, mientras en el patio del viejo edificio municipal se improvisaba el túmulo colectivo ante el que desfiló, para manifestar su solidaridad, el pueblo todo. Al día siguiente se procedió al traslado de los ataúdes al aeropuerto, desde donde fueron repatriados.

De Asunción a Buenos Aires

El avión volaba desde Asunción a Buenos Aires y se desvió en algo su ruta, como consecuencia de una intensa tormenta cargada de nubes desintegradoras, a las que los experimentados pilotos quisieron flanquear.  En esas circunstancias se produjo el accidente. Posiblemente cedió una hélice que se incrustó en la aeronave.  La diferencia de presiones habría provocado la explosión de la que fueron víctimas todos los ocupantes.

Padre José María Giménez

El Presbítero José María Giménez cumplió un rol protagónico y en aquellas penosas circunstancias su voz fue consuelo para los familiares de las víctimas. Como gesto de agradecimiento ante todas las acciones del sacerdote, el Gerente General de Aerolíneas Argentinas le donó todo el aluminio resultante de la chatarra del avión para que atendiera con lo que obtuviera, sus obras de caridad. Y así fue.

El destino de la hélice del avión

La historia es poco conocida, pero lo cierto es que con excepción de una hélice utilizada para el monumento que recuerda a los caídos, una empresa local fundió el material, con el que se hicieron los soportes para el alumbrado público que hasta hace poco estuvieron instalados en calle Artigas entre Plaza y Plaza.

Un pasaje abierto al mundo

Las autoridades de la compañía aérea también quisieron reconocer las tareas humanitarias desempeñadas por el Presbítero Giménez, y por tal razón le obsequiaron un pasaje válido para ir a cualquier parte del mundo; pero temiendo que el Sacerdote lo utilizara para hacer frente a alguna de sus obras sociales, le pusieron como condición que el mismo fuese personal e intransferible, y por ello, Giménez terminó viajando en el vuelo transpolar de Aerolíneas Argentinas a Asia.

La tragedia del avión “Mariano Moreno” conmocionó a la ciudad. Fue un hecho doloroso que aún hoy se recuerda.

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