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El Padre Victorio

El padre Victorio llegó cuando yo estaba en tercero de liceo. Dirigía los ensayos de una obra de teatro en la que yo actuaba y nos retó tanto, tanto, tanto- ya sea porque no teníamos expresividad o porque hablábamos mal o porque no sabíamos mover las manos- que yo dije “¡Nunca más con este Cura!”. Y sin embargo, no sé cuántas cosas hicimos juntos luego. Él siguió dirigiendo y yo actuando. Y luego, siendo Cura, volvimos a trabajar juntos. Así que el “nunca más”, duró muy poquito…

El Padre Giménez

El padre Giménez, Doña Catalina, el edificio del Colegio y la Radio Cultural estuvieron estrechamente ligados.
Giménez dirigía en CW 23 el programa “Antena del Carmen” que entraba “en todos los hogares sin golpear la puerta”, mientras se escuchaba de fondo el “Don Bosco te aclaman cual padre y pastor, legiones inmensas con himnos de amor”. Son recuerdos que quedan en el alma.

Así empece Antena del Carmen

Un día, estando en cuarto año de la escuela me dice el padre Giménez “Vení que tengo que hacerte leer una cosa”. Yo fui sin saber de que se trataba. El padre me indicó lo que debía leer tras lo cual me dijo que esa noche, a las 9, tenía que estar en la Radio Cultural. Así se lo dije a mi madre, la que me preguntó qué tenía que hacer. No sé, le respondí. Así empecé hasta cuarto año de liceo en “Antena del Carmen”, muchas veces acompañado de Marina y Liliana Vinci.

Doña Catalina

Giménez planteaba la realidad del colegio y sus sueños. Y por ahí fue creciendo la idea del liceo. Cuando lo supimos, creo que ya estaban celebrándose las tratativas y las conversaciones con Doña Catalina. Hay que recordarla, uniéndola a la obra de la UTU, al Hospital, al Colegio María Auxiliadora, ya que fue una personalidad a la que hay que sacarle el sombrero.

La Obra

Estando nosotros en el liceo, empezó la construcción del nuevo edificio.
Me acuerdo que el día que comenzaba la demolición de las viejas estructuras, habían encontrado una pared muy deteriorada, que resultaba apropiada para que el padre Aschieri- que ya estaba viejito- pudiera iniciar los trabajos golpeando simbólicamente dicha pared para que cayera el revoque. Pero resulta que uno de mis hermanos más chicos que habían ido al acto, se entretuvo golpeando con un martillo el revoque antes que llegara el padre Aschieri. Una vez en el lugar, hubo que buscar otro parte de la construcción para que el párroco golpeara la pared, pues el revoque que habían elegido ya no existía más debido a la travesura de mi hermano.

Pronto, fueron cayendo las viejas estructuras

El colegio tenía en el fondo del patio un muro donde estaba el mango y el monumento a Domingo Savio. Del otro lado del muro había un espacio que la vecina usaba como garaje. Y del otro lado, pegado a la radio, estaba el Centro Artigas. Así como desaparecieron cosas, aparecieron otras como el túnel que le permitía a la familia Duarte entrar y salir con sus vehículos, debajo de la escalera de acceso principal del colegio en calle Artigas.

"Nos sentíamos privilegiados..."

El Centro Artigas pasó a funcionar frente al Colegio, donde hoy funciona le enseñanza inicial. Fueron cambios muy grandes impulsados por el padre Giménez en los años 60 y la obra terminó siendo más grande de lo que se había pensado inicialmente ya que se incorporaron los laboratorios de ciencias naturales y el de química. Como gurises que éramos, veíamos con ojos grandes lo que estaba ocurriendo, porque no era poco lo que se estaba cambiando y construyendo. Nos sentíamos privilegiados ya que todo eso se estaba haciendo para nosotros y por eso sentíamos al liceo tan nuestro. Tenemos motivos suficientes para sentirnos inmensamente agradecidos e infinitamente reconocidos por todo lo que se peleó para que lo que hoy tenemos fuera una realidad que pudimos disfrutar.

El seminario

Yo entré a seminario en el año 65. Fueron 12 años en que por momentos sentía que era lo que me gustaba, y en otros me preguntaba ¿para qué tanto estudio? Lo que yo quería era salir de allí y trabajar haciendo algo. Algunas cosas no me fueron fáciles ya que algunas cosas estaban en latín y yo de latín no entendía nada. El aspirantado era donde estaba la gurisada. Luego venía el noviciado, el filosofado y tres años trabajando en alguna casa, adquiriendo experiencia y finalmente 4 años de teología. (Continuará)

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