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El viejo y querido Hospital Regional de Salto atraviesa una etapa compleja. No es una opinión aislada ni un enojo personal. Es una preocupación que se escucha todos los días en la calle, en las salas de espera y en los mensajes que llegan a los medios. Siempre defendí al hospital público y lo sigo haciendo. Lo hago porque creo en su rol social y porque conozco el esfuerzo diario de la mayoría de sus funcionarios, que cumplen, sostienen y ponen el cuerpo aun en condiciones difíciles. Defender al hospital, sin embargo, no significa mirar para otro lado. Cuando aparecen situaciones que generan dudas, cuando las decisiones de gestión no coinciden con la realidad que vive el usuario, o cuando el silencio reemplaza al diálogo, corresponde decirlo con respeto, pero con firmeza.

Un inicio con diálogo, respeto y confianza

La relación profesional con la actual directora del Hospital Regional de Salto comenzó de buena manera. El 5 de junio, antes de cumplirse los cien días de gestión, le realizamos una entrevista en un clima cordial y respetuoso. Fue una charla abierta, sin confrontación. En ese diálogo le expresé algo que sostengo desde siempre: “Yo defiendo al hospital”. Su respuesta fue clara y directa: “Llegamos para cambiar las cosas y estamos poniendo todo”. Incluso, como detalle que habla del buen vínculo inicial, nos pidió si podíamos pasarle la entrevista “para escucharme, uno va aprendiendo”. Había diálogo, confianza y canales abiertos.

Preguntar con respeto no es atacar

Desde nuestra tarea periodística siempre nos dirigimos a los jerarcas de gobierno con respeto, educación y claridad. Cada consulta se hace de forma directa, sin adjetivos ni suposiciones, y siempre dando la posibilidad de responder. Así lo hicimos el 15 de junio, cuando consultamos por una información extraoficial sobre una posible reducción en la solicitud de tomografías, la cual se habría pedido por parte de la directora a los  cirujanos. Como corresponde, se chequeó la fuente y se fue directamente a la Dirección. La respuesta fue contundente: no se limitarían estudios necesarios. Esa fue la versión que se informó. Nunca se publicó nada sin consultar antes.

Estadísticas y realidad cotidiana

Más adelante consultamos por cirugías, retrasos y formas de trabajo. También por la reorganización de policlínicas y el traslado de médicos a la emergencia. Las respuestas siempre llegaron apoyadas en datos estadísticos. El problema es que muchas veces esas cifras no reflejan lo que vive el usuario común, que va a la emergencia y espera horas para ser atendido. Las estadísticas son importantes, pero no siempre alcanzan para explicar la realidad.

Licencia, vacaciones y diálogo institucional

En octubre, al consultar por el traslado de un paciente grave a una mutualista privada a Montevideo, la directora explicó que se encontraba de licencia, con poca señal, y nos pidió expresamente que habláramos con el doctor Carlos Severo, adjunto de la Dirección. Así lo hicimos, como corresponde. La versión oficial fue publicada con claridad y respeto, con un título que no dejaba dudas: “En este caso, lo primero que se priorizó fue la vida del paciente”. El hospital tuvo su voz y fue respetada.

El cruce y la respuesta ética

Tras una nota donde la familia del paciente expresó su malestar en redes sociales, la directora cuestionó nuestro trabajo periodístico, calificándolo de tendencioso. Ante eso, respondí como periodista, con el mismo tono respetuoso de siempre. Expliqué que mi compromiso es reflejar todas las voces, que la versión oficial sería publicada —y así fue— y que no hubo intención de distorsionar la información ni de dañar a la institución. Esa fue mi respuesta: firme, clara y ética.

Temas sensibles y un silencio prolongado

Desde ese momento, el diálogo se interrumpió. No hubo más respuestas. Se solicitaron entrevistas por temas sensibles y de interés público: el tomógrafo, la muerte de un recién nacido, el caso del cirujano Martín Salvatierra, y otras situaciones que generaron preocupación en la población. En ninguna de esas instancias hubo respuesta oficial. Incluso, al recurrir a los mecanismos formales de acceso a la información pública, el Hospital Regional de Salto respondió que el pedido debía realizarse ante el Ministerio de Salud Pública.

La gota que colmó el vaso

Ayer ocurrió el fallecimiento de un joven de 32 años, con una enfermedad crónica, él mismo denunció públicamente en redes sociales una mala atención por parte de algunos funcionarios. Como siempre, consultamos a la Dirección. Hasta el momento, no hubo respuesta oficial. Ese silencio, frente a un hecho tan delicado, fue la gota que colmó el vaso.

Informar también es cuidar

El usuario pregunta todos los días. El periodista también. Preguntar no es atacar, es cumplir con una función social. El hospital no es de una dirección ni de una gestión; es de la gente. Y cuando se cierran los canales de diálogo, no se fortalece a la institución: se la debilita. Ojalá se recupere el diálogo. Porque informar con respeto también es una forma de cuidar la salud pública.

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