
Daniel Barbeito estuvo en Salto /
El arte que une generaciones y despierta vocaciones
El reconocido pintor uruguayo Daniel Barbeito visitó la ciudad de Salto para compartir tres jornadas intensas de creación artística junto a los alumnos y docentes de la Escuela Nº3. La experiencia fue el cierre de un proceso que llevaba años gestándose a través de videollamadas, donde los niños ya habían tenido la oportunidad de acercarse a la obra y la biografía del artista.
Según relató Barbeito, la invitación surgió gracias al esfuerzo de maestras y familias que hicieron posible su presencia. “Fue fantástico. Los niños ya conocían mi obra y esta vez pudieron trabajar de manera presencial, crear sus propios dibujos y transformarlos en composiciones que pronto quedarán plasmadas en un mural dentro de la escuela”, expresó.
Su esposa, también presente en la experiencia, destacó el entusiasmo de los estudiantes: “Se notaba que era una fiesta, porque había un conocimiento previo y eso hizo que todo fluyera con naturalidad”.
Del mito al taller compartido
Barbeito subrayó la importancia de desmitificar el arte y acercarlo a la cotidianeidad escolar. Lejos de situarse en un pedestal, buscó trabajar con los niños “de igual a igual”, generando un clima de confianza donde cada uno se sintiera autor de su propia obra.
“Hubo momentos en los que los niños no aceptaron mis sugerencias, y eso me pareció maravilloso. Significaba que se habían adueñado de lo que estaban creando”, comentó entre risas. Esta dinámica, según el pintor, refuerza el carácter formativo del arte: acompañar, orientar, pero dejar espacio a la autonomía y la identidad creativa.
Las jornadas culminaron con la realización de paneles pintados sobre chapa que luego serán instalados como un mural colectivo, reflejando no solo el aprendizaje artístico, sino también la unión entre estudiantes, docentes y familias.
Un legado que trasciende generaciones
Para el artista, el intercambio con los niños resultó enriquecedor en ambos sentidos. “Yo también aprendí mucho. Fue un trabajo intenso, con muchas horas dedicadas, pero la atención, el respeto y la participación de los alumnos me conmovieron profundamente”, señaló.
La subdirectora de la escuela, Leticia Guarino, destacó el valor emocional de la experiencia: “Estos niños van a recordar siempre que compartieron con un artista, que construyeron juntos una obra. Es una huella que queda para toda la vida”.
El propio Barbeito narró un episodio particularmente emotivo: un alumno, recientemente golpeado por la pérdida de su padre, encontró en la actividad un espacio de apertura y expresión. “El arte abrió puertas emocionales. Ver cómo ese niño se fue transformando, hasta terminar agradeciéndome con un ‘no te voy a olvidar’, fue algo que me marcó profundamente”.
De Colonia al mundo, la trayectoria de Barbeito
Nacido en el interior del país, Daniel Barbeito construyó su carrera a través de un camino marcado por la búsqueda constante. Tras vivir en Estados Unidos, España, Italia y Francia, consolidó un lenguaje artístico que combina imaginación y técnica.
“Desde joven fui muy imaginativo, pero me costaba trasladar lo que veía en mi mente a la obra. Hubo un momento en que esa conexión se dio, y fue como abrir un canal. Desde entonces, no pude parar de crear”, recordó sobre su juventud.
Además de su carrera internacional, el pintor junto a su esposa desarrolló un emprendimiento comercial en Colonia del Sacramento, donde desde hace más de 40 años mantienen un local en el barrio histórico. Hoy, ese espacio combina la venta de obras, objetos con sus imágenes y artículos de diseño, consolidando un puente entre arte y turismo.
El arte como vocación educativa
Hace más de una década, Barbeito comenzó a recibir invitaciones para visitar escuelas del interior del país. Allí desarrolló una dinámica particular: dibujar en el pizarrón mientras relataba el proceso, en un ejercicio que bautizó “dibujando eso”.
La experiencia se replicó en decenas de escuelas, generando un vínculo especial con los más pequeños. “A veces llegaba a una institución y me recibían como si fuera una estrella de rock. Los niños ya conocían mis obras y querían que les firmara autógrafos. Es increíble la conexión que se genera”, relató.
Esa faceta pedagógica, que el propio Barbeito reconoce como una vocación casi inadvertida, se transformó en uno de los motores de su trabajo actual: “Siento que en las escuelas se produce una transmisión distinta. Me voy lleno de energía. Es un ida y vuelta donde tanto los niños como yo aprendemos y crecemos”.
Salto, una ciudad que sorprende
La visita a Salto dejó en Barbeito y su familia una grata impresión. Acostumbrados a la vida en Colonia y Montevideo, quedaron sorprendidos por la vitalidad de la ciudad del litoral. “Después de tantas horas de campo, llegar y encontrar una urbe tan próspera y movida fue impactante. A veces desde el interior no tenemos registro de lo que pasa en otras regiones”, afirmó.
Más allá de la geografía, lo que más valoraron fue la calidez de la comunidad educativa y el compromiso de docentes y familias. “Fue muy productivo y agradable. Nos llevamos la certeza de que algo bueno queda sembrado en los niños, y eso es lo más importante”, expresó Barbeito.
Un futuro de nuevas semillas artísticas
La experiencia en Salto no será la última. El pintor manifestó su interés en continuar recorriendo escuelas del país, convencido de que “en Uruguay me conocen más los niños que los adultos”. Y quizás allí resida la verdadera trascendencia de su legado: sembrar en las nuevas generaciones la certeza de que el arte no es un privilegio lejano, sino un lenguaje cercano, transformador y accesible.
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