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El artista Pablo Sánchez vuelve a sacudir la escena cultural con una propuesta que desafía lo convencional y coloca al espectador en el centro de la experiencia. Su más reciente exposición, Revés: el otro lado de lo mismo, se desarrolla en el espacio cultural El Andén, y propone una mirada íntima, transformadora y participativa del arte plástico y escénico.

Con más de tres décadas dedicadas al arte y la docencia, Sánchez se ha convertido en una figura ineludible del panorama artístico del litoral uruguayo. Su trabajo, caracterizado por la integración de lenguajes escénicos, plásticos y corporales, busca siempre un propósito comunicacional profundo. En esta entrevista en La Prensa Streaming, el artista nos abrió las puertas a su universo creativo.

El arte como canal de comunicación

“La persona que crea arte es porque tiene algo para decir”, afirma Sánchez con convicción. Desde muy joven, su inquietud artística lo llevó a explorar los límites entre lo escénico y lo plástico, siempre con el cuerpo como eje. Para él, el arte no es solo una actividad creativa, sino un canal para hablar de lo que acontece en lo social y lo personal.

“Jugar” es una palabra clave en su filosofía artística. Pero, como él aclara, no se trata simplemente de “diversión”, sino de un compromiso real con la materia y con el proceso. Así como cuando un niño está profundamente inmerso en su juego, el artista se entrega al desarrollo de su obra. “Ese compromiso es el que da sentido a lo que hacemos”, explica.

De la infancia a la escena, el origen de una vocación

La chispa inicial nació en su infancia, durante las visitas al teatro de verano en la época postdictadura. “Veía pasar a las personas por mi barrio y luego las veía transformadas sobre el escenario. Esa mutación me fascinaba”, recuerda. Aquel asombro infantil lo condujo a descubrir la magia de transformarse, de jugar a ser otro, y fue el punto de partida para una vida dedicada al arte.

Desde entonces, Sánchez ha recorrido múltiples caminos, siempre atento a lo que sucede en su entorno y cómo eso lo atraviesa como ser humano. “No es lo mismo crear en dictadura, en pandemia o en una época como la actual, donde no parece haber espacio para la pausa”, reflexiona.

Una experiencia sensorial y transformadora

La muestra Revés es el resultado de un año de gestación. Lejos de ser una exposición tradicional, se trata de un evento donde el público se convierte en parte activa de la obra. “Todo es 100% interactivo. No hay cuarta pared. Vos podés tocar, oler, mover objetos, recorrer el espacio con libertad”, cuenta el artista.

La exposición está pensada como un espacio de “realidad paralela”, donde los visitantes pueden romper con la rutina y sumergirse en un universo sensorial. Aromas, sonidos, imágenes invertidas, objetos móviles y luces cuidadosamente dispuestas invitan al espectador a detenerse, explorar y redescubrir sus propias emociones.

“Cada objeto está allí por una razón. No es decoración. Todo tiene un trasfondo conceptual que responde a lo mismo: cómo nos vinculamos con el otro y con las cosas”, señala.

El poder del juego como resistencia

Uno de los ejes de Revés es la reivindicación del ocio y del juego como formas de resistencia frente al ritmo vertiginoso de la vida moderna. “Hoy vivimos casi exclusivamente para producir. Esta propuesta invita a transgredir eso, a entrar en un lugar donde el tiempo no corre igual”, dice Sánchez.

El artista insiste en que no hace falta tener formación artística para disfrutar de la experiencia. “Podés venir en familia, quedarte cinco minutos o tres horas. No hay una forma correcta de vivirlo”, asegura.

En un tiempo donde lo previsible abunda, Sánchez apuesta por lo incierto, por lo inesperado, por lo oculto. “Siempre hay algo que no te muestro. Y eso es lo que más interpela. Porque también hay algo de vos que se activa frente a lo que no entendés del todo”, comenta.

Una poética del misterio, Quiroga, Poe y los monstruos interiores

Revés no surge de la nada. Está fuertemente influenciado por las atmósferas literarias de autores como Horacio Quiroga y Edgar Allan Poe. “No es una reproducción de sus obras, sino una relectura de sus climas. Quería generar nuevos ritmos, nuevas atmósferas, nuevas dudas”, dice.

El concepto de “lo monstruoso” también atraviesa la muestra. “Todos tenemos una parte monstruosa que a veces encerramos. Esta propuesta también es una forma de mirarla, de dialogar con ella”, comenta Sánchez. En este sentido, la muestra se vuelve casi un espejo: “Reconocer al otro como otro, y no como una extensión de uno mismo, es un paso necesario”, afirma.

El equipo y el espacio, creación colectiva y territorio libre

Aunque se presenta como una propuesta de Pablo Sánchez, Revés es profundamente colectiva. “Tuve la suerte de cruzarme con personas más inteligentes que yo, con otras miradas, otras sensibilidades. Y eso lo enriquece todo”, dice.

Entre los colaboradores destacan Maximiliano Moller (fotografía), Iriana Mayer (diseño gráfico), Daniel Pavelesky (actor), Luciana Musetti, Lucila Rapetti, Laurita Troncoso y Marcelo Hernández. Todos han aportado su creatividad para darle forma a esta experiencia.

El espacio elegido, El Andén, juega un rol clave. “Tiene esa capacidad camaleónica de transformarse. Me permite intervenirlo con libertad, algo que otros espacios no permiten”, señala. La sala se convierte en un gran “cajón negro”, donde los objetos parecen flotar y los estímulos sensoriales se intensifican.

Una invitación abierta al descubrimiento

La muestra abre sus puertas hoy sábado 12 de julio, de 19 a 22 horas. La entrada es libre, sin límites de edad. No hay reglas rígidas, se puede ingresar y salir en cualquier momento, explorar a gusto, jugar, descubrir y hasta mover objetos del lugar.

“No se trata de que te guste o no. Se trata de vivirlo, de permitirte entrar en otro estado”, dice Sánchez. La propuesta es, ante todo, una invitación a conectarse con uno mismo y con los demás desde otro lugar.

Arte, afecto y colectividad

Sánchez lo resume todo con una frase “Esto no sucedería sin el otro”. Más allá de lo estético, Revés es un acto de amor. Una forma de compartir lo que se ha creado con años de trabajo, renuncias e ilusiones. Una forma de buscar la caricia del reconocimiento, no por vanidad, sino por la necesidad humana de ser visto y valorado.

“Uno no busca que le digan si está bien o mal. Busca compartir. El arte es eso: una forma de colectivizar lo que sentimos”.

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