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Entre leyendas, mitos y realidades, Salto ha construido un imaginario fascinante en torno a los túneles del siglo XIX que, según aseguran testimonios recogidos durante décadas, atraviesan silenciosamente el subsuelo de la ciudad. Mucho se ha dicho y escrito sobre ellos, pero poco se ha hecho para avanzar en su estudio, descubrimiento y conservación. Y, sin embargo, se trata de un patrimonio potencialmente único, capaz de convertirse no solo en un capítulo imprescindible de nuestra memoria histórica, sino también en un atractivo turístico de enorme valor.

Ex jefes de Policía e intendentes de distintas épocas han descrito con lujo de detalles la existencia de al menos un par de estos túneles. Relatan recorridos, dimensiones, orientaciones precisas, materiales de construcción y hasta posibles usos que habrían tenido en tiempos convulsionados de nuestra historia local. Son relatos coincidentes, provenientes de figuras con conocimiento directo de edificios públicos tradicionales —algunos de ellos verdaderos íconos arquitectónicos— que alimentan la hipótesis de que estos pasadizos no pertenecen solamente al terreno de la fábula urbana.

Voluntad institucional

A pesar de este acumulado de testimonios, la voluntad institucional para profundizar en el tema ha sido escasa. A lo largo de los años, se han anunciado intervenciones de especialistas universitarios en historia, arqueología o arquitectura, pero sus conclusiones —si las hubo— no trascendieron al público. Un ejemplo paradigmático es el caso de la propia Jefatura de Policía de Salto, donde estudios preliminares habrían detectado anomalías estructurales compatibles con espacios subterráneos. Sin embargo, nunca se comunicaron oficialmente los resultados ni se avanzó con nuevas etapas de investigación.

Relevamiento serio e integral

¿Por qué no se ha dado un paso decisivo hacia un relevamiento serio, integral y definitivo? ¿Falta de recursos, de prioridad, o simplemente de visión? El interrogante queda abierto, pero lo cierto es que el tiempo juega en contra: si existen túneles, su preservación podría verse comprometida por reformas edilicias, deterioro natural o incluso por falta de registro. Y eso sería perder para siempre una parte íntegra de la identidad salteña.

Mirar hacia abajo...

La pregunta es inevitable: ¿no ha llegado ya el momento de encarar, de una vez, un relevamiento multidisciplinario bajo la conducción de las autoridades comunales? Creemos firmemente que sí. Salto necesita, y merece, mirar hacia abajo con la misma atención con la que mira hacia adelante. Es hora de que la Intendencia convoque a universidades, centros de investigación, arquitectos, arqueólogos y especialistas en patrimonio para definir un plan serio de exploración y documentación.

Albisu no desconoce el tema

Sabemos que el actual intendente, Dr. Carlos Albisu, no desconoce el tema. De hecho, ha manifestado su interés en profundizar en estos aspectos de la identidad salteña. En un futuro cercano, seguramente podrá concretar acuerdos con expertos universitarios capaces de aportar metodología científica, tecnología de relevamiento no invasivo y criterios de conservación. La voluntad política es un factor decisivo, y parece existir. Falta ahora que se traduzca en acción.

Curiosidad urbana y ventana al pasado

Porque la historia de los túneles no es solo una curiosidad urbana: es una ventana hacia el pasado. Un pasado que habla de estrategias defensivas, de rutas de escape, de construcciones conventuales o militares, de formas de vida que marcaron los primeros desarrollos urbanos de Salto. Rescatar estas historias subterráneas del olvido no significa únicamente satisfacer una inquietud histórica: implica fortalecer la identidad cultural y proyectar nuevas oportunidades de desarrollo turístico.

Oferta turística

En un mundo donde las ciudades buscan singularidades para destacarse, Salto tiene aquí una carta extraordinaria. Que no se nos conozca únicamente por el talento deportivo de Suárez y Cavani, por el citrus y el tannat, por la represa y las termas —todos ellos orgullos legítimos— sino también por un patrimonio arqueológico urbano único en la región, sería un paso formidable hacia la diversificación de la oferta turística. Una oferta que, bien gestionada, puede convertirse en una verdadera industria sin chimeneas, generadora de empleo y motor de innovación territorial. Salto podría ser “la ciudad de los túneles”. Pero para que ese título deje de ser una frase sugestiva y se convierta en una realidad documentada, es indispensable actuar ahora. El subsuelo nos habla. Solo hace falta decidir escucharlo.

 

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