
Un canto de esperanza /
La Iglesia de Jesucristo celebra 100 años de historia en Sudamérica
Mañana sábado, la ciudad de Salto será sede de un evento cultural y religioso que trasciende fronteras. Con motivo de los 100 años de la prédica del Evangelio en Sudamérica, la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días celebrará un acontecimiento especial que busca transmitir un mensaje de fe, esperanza y unidad. La actividad contará con la participación del prestigioso Coro del Tabernáculo de la Manzana del Templo, transmitido en vivo desde Buenos Aires, así como con la actuación de artistas locales que sumarán su arte a una jornada de fraternidad y cultura.
La celebración, que se llevará a cabo en la sede de la Estaca Salto, promete ser un espacio abierto a toda la ciudadanía, sin distinciones religiosas. Según explicaron Darío Nogueira, presidente de la Estaca, y Cecilia Giménez, integrante del comité organizador, el evento busca fortalecer los lazos comunitarios a través de la música y el servicio, recordando que “todos somos hijos de Dios y todos somos amados por Él”.
Una celebración continental
El evento en Salto no será un hecho aislado. Se enmarca dentro de una conmemoración simultánea que tendrá lugar en Uruguay, Argentina, Chile y Paraguay, con transmisiones cruzadas que permitirán a los asistentes compartir una experiencia regional. En cada país se preparan instancias locales, combinando arte, música y mensajes de fe, para luego unirse en la transmisión internacional.
“Queremos que sea un festejo que una a la comunidad, y qué mejor manera que hacerlo a través de la música y la cultura, que son lenguajes universales”, destacó Nogueira. La expectativa es que la ciudadanía salteña participe masivamente, no solo como espectadores, sino como parte de una experiencia que pretende dejar huella en lo emocional y en lo espiritual.
El Coro del Tabernáculo, una tradición de esperanza
El plato fuerte será la transmisión del Coro del Tabernáculo de la Manzana del Templo, uno de los coros más reconocidos a nivel mundial. Con más de 360 integrantes y cerca de 80 músicos, todos voluntarios, el conjunto nació en 1847 con el propósito de llevar consuelo a comunidades que atravesaban dificultades. Desde entonces, se ha convertido en un símbolo de fe y música de calidad, manteniendo viva su misión original: ofrecer paz y esperanza a través del canto.
“Lo más admirable es que ninguno de sus integrantes cobra por cantar. Todos tienen sus trabajos y responsabilidades, pero deciden dedicar su talento al servicio de los demás”, resaltó Cecilia Giménez. La actuación será transmitida en vivo desde Buenos Aires y compartida en simultáneo en las sedes de los otros países involucrados.
Arte local en escena
El encuentro no se limitará a la transmisión internacional. Desde Salto, el Conservatorio Municipal, el Ballet Departamental y el grupo de danza Andante, junto a otros artistas locales, también ofrecerán su talento para sumar un matiz cultural propio a la celebración. Para los organizadores, esta conjunción de expresiones artísticas representa un puente entre lo global y lo local, entre lo espiritual y lo comunitario.
“La invitación está abierta para toda la ciudadanía, sin importar la religión. Queremos transmitir un mensaje de esperanza y unidad, porque todos compartimos la necesidad de sentirnos acompañados y amados”, enfatizó Giménez.
100 años de historia en Sudamérica
La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días llegó a Sudamérica en 1925, cuando los primeros misioneros arribaron a predicar su mensaje. Desde entonces, la comunidad ha crecido de manera sostenida en la región, con jóvenes locales que, en reciprocidad, también han viajado a diferentes partes del mundo para compartir su fe.
Para Nogueira y Giménez, este centenario no solo es una celebración de logros pasados, sino también una oportunidad para reflexionar sobre el impacto social y espiritual que la Iglesia ha tenido en las comunidades donde se ha establecido. “Este es un año para agradecer a los misioneros que vinieron y también a los que salieron de aquí a otros países. Se trata de un legado de servicio y esperanza que sigue vigente”, señaló Giménez.
Compromiso social y solidaridad silenciosa
Más allá de lo religioso, la Iglesia ha desarrollado a lo largo de los años un trabajo comunitario que muchas veces pasa desapercibido. En Uruguay, por ejemplo, ha colaborado con el Ministerio de Salud Pública mediante donaciones de equipos médicos y suministros. Un caso emblemático fue la entrega de una máquina para separar plaquetas al hospital de Bella Unión, evitando así que los pacientes deban trasladarse hasta Salto para recibir tratamiento.
Asimismo, durante la pandemia, la institución donó camas, guantes, mascarillas y otros insumos esenciales. También ha participado en proyectos comunitarios como la reparación de plazas, mejoras en escuelas y apoyo a fundaciones locales. “Lo importante no es que aparezca en los medios, sino que quienes lo reciben lo saben. Ese es nuestro compromiso: servir desinteresadamente, como lo haría Jesucristo”, expresó Giménez.
Jóvenes al servicio
Uno de los aspectos destacados de la labor de la Iglesia es la participación de jóvenes en tareas de servicio y voluntariado. Desde pintar bancos en plazas hasta ayudar en proyectos escolares, los adolescentes aprenden a colaborar y a estar atentos a las necesidades de su entorno. “Queremos que nuestros jóvenes comprendan que siempre se puede hacer algo por los demás, aunque parezca pequeño”, explicó Nogueira.
Además, muchos de ellos sirven como misioneros en distintas partes del mundo, llevando su mensaje de fe y esperanza. Para los organizadores, este intercambio es una manera de formar ciudadanos más solidarios y comprometidos con su comunidad y con valores universales.
Una invitación a todos
El evento de este sábado, subrayaron Nogueira y Giménez, no está destinado exclusivamente a los miembros de la Iglesia. Se trata de una celebración cultural abierta, donde se busca que la música, la danza y el espíritu de servicio transmitan un mensaje que cualquier persona pueda recibir y valorar. “La esperanza y la paz son necesidades universales, y creemos que a través de este encuentro podemos aportar un granito de arena para sanar el alma de quienes atraviesan dificultades”, dijo Giménez.
La expectativa es que el público se acerque no solo a disfrutar del espectáculo, sino también a conocer de cerca la labor social y espiritual de la Iglesia. “Queremos que la gente nos vea desde adentro, que conozcan nuestras instalaciones y compartan este espacio de fraternidad”, agregó.
Un canto de esperanza para el futuro
La celebración de los 100 años de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días en Sudamérica es mucho más que un evento religioso. Es una muestra de cómo la fe, la cultura y la solidaridad pueden unirse para fortalecer la comunidad y brindar esperanza en tiempos de incertidumbre.
En palabras de Nogueira, “tanto el que da como el que recibe se regocijan mutuamente”. Ese es, quizás, el verdadero espíritu de esta celebración: que todos, sin importar creencias, puedan encontrarse, compartir y salir fortalecidos.
La cita es este sábado, 17:30 horas en Michelini 49.
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