La Prensa Hacemos periodismo desde 1888

Este domingo 26 de octubre, la histórica Capilla de Corralito celebró su centenario, marcando un siglo de presencia espiritual y comunitaria en la zona rural de Salto. El maestro Carlos Moreale Olaizola, integrante de una familia con profundo vínculo con el lugar, redactó especialmente para La Prensa una crónica que rescata los orígenes y algunos episodios significativos de esta historia centenaria. Lo que sigue es su crónica, a la que simplemente hemos introducido subtítulos:

Los primeros pobladores y el nacimiento de una comunidad

Tras la muerte de Enrique González Segundo, sus herederos vendieron el campo en 1899 a los sucesores de Luis Gallino, quedando doña Teresa Solari y su hijo Luis con una parte importante del predio, junto al río, en el rincón de Corralito. Por su parte, Camilo Williams había vendido en 1897 otra fracción del campo a los hermanos Benito y Nicolás Solari, en la zona que hoy corresponde a Nueva Hespérides. Con el paso de los años, tanto María Solari de Olarreaga como doña Teresa Solari de Gallino comenzaron a arrendar parcelas para chacras, dando lugar al asentamiento de inmigrantes italianos que empezaban a echar raíces. Los hermanos Solari también iniciaron la venta de tierras en lotes a partir de 1913, consolidando la formación de una comunidad laboriosa y creyente.

La fe, piedra fundamental

Con el crecimiento poblacional surgió la necesidad de difundir la fe católica, profundamente arraigada en los descendientes de inmigrantes. Así aparecieron las primeras catequistas rurales, entre ellas doña Cristina Galán de Oliveri en Corralito y doña Valentina Baldassini, quien junto a sus hermanas continuó la tarea en Nueva Hespérides. En 1917, unos misioneros colocaron una piedra con una cruz grabada en la esquina donde terminaba la calle paralela al actual aeropuerto, símbolo de fe y punto de referencia que aún se recuerda como la “Esquina de la Piedra”.

El impulso de don Natale Lombardo

Entre los nombres más recordados figura el de don Natale Lombardo Schenone, quien junto a su esposa María Navone Tacchela llegó a Corralito en 1905 desde Crocefieschi, Génova. Exalumno de Don Bosco, don Natale había recibido del santo el consejo de emigrar a América para seguir difundiendo la devoción a María Auxiliadora. Trajo consigo una pequeña imagen de la Virgen, que todavía hoy se conserva en la capilla.
El 3 de enero de 1924, Teresa Solari de Gallino donó una hectárea de su campo a la Curia, a través de Monseñor Camacho, con el propósito de construir el templo. Don Natale fue uno de los principales impulsores y trabajó personalmente en la obra.

La inauguración y las peregrinaciones

El 26 de octubre de 1925, día de San Evaristo, la capilla fue inaugurada oficialmente. El santo —quien promovió el valor de la familia cristiana— fue adoptado como protector del templo, que desde entonces se convirtió en un centro de fe y encuentro para los vecinos.
Durante las décadas de 1950 y 1960, comenzaron las peregrinaciones desde las colonias. En Nueva Hespérides, los fieles partían desde el portón de las hermanas Baldassini, sumándose otros vecinos a lo largo del recorrido. Con el paso del tiempo, las caminatas pasaron a iniciarse desde la ciudad de Salto, una tradición que ya cuenta con más de sesenta años ininterrumpidos.

Una herencia viva

Décadas después, Carlos Lombardo, hijo de don Natale, encargó a Italia una imagen mayor de la Virgen, que fue traída por el cura Alfredo Merlino, capellán de origen italiano que acompañó por años a la comunidad. Hoy, un siglo después, la Capilla de Corralito sigue siendo un símbolo de identidad, memoria y devoción. Cada noviembre, los vecinos celebran la fundación del templo y las peregrinaciones, renovando una tradición que mantiene viva la fe de aquellos pioneros que, con trabajo y esperanza, hicieron florecer un rincón de fe en el campo salteño.

Comentarios potenciados por CComment

Ranking
Recibirás en tu correo electrónico las noticias más destacadas de cada día.

Podría Interesarte