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El fallecimiento ocurrido ayer de Cacho de la Cruz, fue un golpe para miles de uruguayos. Pero más allá de la tristeza o sentimientos similares, tal vez lo que más provocó la noticia, fue nostalgia. El show del mediodía, Chichita o cacho Bochinche afloraron rápidamente en el recuerdo. Cacho fue de esos artistas de estilo muy propio, muy persona y absolutamente instransferible, que puede gustar o no, pero que supo ganarse el respeto unánime, y eso no es poca cosa.

 Ya que hablamos de artistas, digamos que hace ya unos años, desde la Intendencia se impulsó la colocación de carteles en los canteros de la Plazoleta Roosevelt. Pero no cualquier tipo de carteles. No carteles advirtiendo no pisar el césped o recoger las heces de los perros. Hablamos de carteles con versos (fragmentos de poemas más extensos) de destacados poetas salteños. La idea fue buena. Sin embargo, la semana pasada, un visitante a nuestra ciudad se sorprendió y preguntaba: “¿cuál habrá sido el criterio para la selección…? Me llama mucho la atención que no se haya incluido a Marosa di Giorgio nada menos, ni a Leonardo Garet, los dos poetas salteños de mayor trascendencia nacional e internacional en las últimas décadas”. En fin, debe tener razón quien dijo alguna vez que toda antología, siempre termina siendo una “antojología”.

Un salteño que mientras estaba en la terminal de ómnibus de Paysandú hace pocos días, miraba todo a su alrededor atentamente. Algo que atrajo su atención fue que existiera más de un recipiente destinado, como dicen los carteles, “solo para depositar yerba”. Parece algo bueno y, como nos decía este hombre, sería bueno que Salto copiara la idea en varios espacios públicos.

El vandalismo en la ciudad es una cosa que causa mucha rabia, impotencia, indignación. Ayer, una familia nos decía que en la tercera vez en lo que va de este año, que plantan mudas de lapacho en la vereda. Al principio las plantas estaban al descubierto totalmente; luego, ya a las segundas se las rodeó de tejido; y en el tercer intento se colocó varillas más gruesas. Pero no hay de nada, los robos persisten. También tendrían que estar atentos quienes compran, ¿verdad?, porque como suele decirse, y con razón, si no hay demanda, no habría oferta.

Personas que trabajan como funcionarias en los baños de la Intendencia ubicados en las plazas, nos dicen que “es bravo el trato de mucha gente”. Nos hablan de malos tratos, que incluyen obscenidades y cosas similares. Se da, en un porcentaje mayor de hombres a mujeres. Es lamentable y sería deseable que cada una de estas situaciones tenga la denuncia correspondiente, quizás única forma de empezar a cambiar el panorama.

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