Se cae la natalidad, oportunidad para mejorar la educación publica
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Por José Pedro Cardozo
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director@laprensa.com.uy
Cada año nacen menos niños. Son casi 20.000 menos que hace una década. Fenómeno demográfico, que ya golpea a la educación pública, no debería ser visto únicamente como un problema, sino como una oportunidad histórica para hacer aquello que el país viene postergando desde hace décadas: brindar una educación verdaderamente personalizada, con grupos más pequeños y con mayor capacidad de acompañamiento académico y emocional. Sin embargo, lejos de convertirse en puntapié para una reforma positiva, la caída de la matrícula hoy se expresa en un ajuste salarial que afecta a cientos de directores, y en un sistema que vuelve a responder con criterios administrativos antes que pedagógicos.
La normativa vigente desde 2015 establece que las escuelas se clasifican en tres categorías según su matrícula. Cada salto hacia abajo supone menores responsabilidades y menor salario. En su momento, la lógica era comprensible: dirigir una escuela de 600 alumnos es mucho más complejo que gestionar un centro con menos de 100 niños. Pero la realidad actual cambió el escenario. La baja natalidad empuja a muchas escuelas hacia categorías inferiores sin que haya variado la dedicación, el liderazgo, la planificación ni el compromiso de sus equipos de dirección.
Si las autoridades aplican la regla al pie de la letra, más de 230 directores habrían sufrido una baja salarial en 2026. Para amortiguar ese golpe, por resolución redujo los límites de matrícula y dejó en 142 los afectados. El ahorro para Primaria será de unos casi 4 millones de pesos, una cifra ínfima dentro del volumen total del presupuesto educativo, pero que para quienes ven disminuido su salario es, sin duda, significativa. El escenario genera, un efecto administrativo: quienes se consideran afectados pueden solicitar un traslado especial antes de la elección ordinaria. Y allí aparece un problema: el sistema se mueve para resolver urgencias burocráticas en lugar de concentrarse en su prioridad pedagógica. Entre los damnificados no solo están los directores: también hay maestros y profesores de 25 escuelas que perderán compensaciones por dejar de ser centros Aprender, así como funcionarios reubicados por ajustes internos.
Lo paradójico es que, aun con una caída generalizada de la matrícula, en 2025 existieron 468 grupos con más de 30 alumnos, superando el tope reglamentario. Errores en asignaciones y decisiones heredadas terminó generando grupos demasiado grandes, cuando los nacimientos bajan año tras año.
Para 2027, todos los grados de Primaria sentirán la reducción. Esto significa que tendremos menos alumnos y menos grupos. Así se deberá enfrentar la realidad: ¿ Se apuntará solo a recortes y reacomodos, o se va a aprovechar para transformar la educación?
Hoy esta claro, que nos veremos enfrentado a grupos naturalmente más pequeños, lo que – como ya señalamos – se tendrá la posibilidad de implementar formatos anhelados: acompañamientos personalizados, trabajo por proyectos, seguimiento más cercano de alumnos y lo siempre deseable de vínculos más sólidos entre familias y escuelas.
En síntesis: la caída de la natalidad no es solo un dato estadístico: es una oportunidad que el país no puede desperdiciar. Convertir y modernizar la educación pública, destinando los recurso donde más falta hace: en la calidad educativa. Uruguay ya tiene menos niños; ahora debe decidir y asumir que el deber es darle mejor futuro.
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