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Hace algunos días, hablábamos con colegas de la cantidad de relatos que circulan y cómo muchas cosas se construyen en base a ellos. Sí, solo a relatos, no a hechos. Y entre esos relatos existen también falsedades. Dicho de otra manera, una sociedad se construye también en base a mitos, o relatos carentes de verdad, pero que sirven (siempre están a mano) para explicar algunos asuntos. Así fue desde tiempos inmemoriales. Con la Mitología Griega, de antes de Cristo, en definitiva se explica todo el universo.

Bien, si uno observa y escucha con atención a políticos de la actualidad, verá que sus discursos están repletos de relatos y mitos. Allí plantean cómo se deberían resolver ciertas cuestiones, pero no hacen más que dar vueltas sobre una espiral interminable. Sucede que en realidad, no dicen “cómo”, sino que solo hablan de “qué” hacer. Entonces, giran y giran sobre verbos en infinitivo: promover, generar, desarrollar… Y es cuando uno se pregunta ¿pero cómo lo van a hacer? Y allí vuelve a girar la rueda interminable, pero esta vez pasando a los verbos en gerundio: desarrollando, apostando a…, promoviendo…

Conclusión: no dicen nada.

Ayer entrevisté a autoridades del Ministerio de Trabajo. Todo, absolutamente todo lo que dijeron son relatos muy bien planteados. Tan bien planteados que es imposible no coincidir con ellos. Pero cuando uno pregunta cómo se hará o cuándo se podrá concretar todo eso, ahí surge el problema: todo se diluye en otros relatos y otros y otros.

¿Quién no va a estar de acuerdo con que hay que promover que haya más fuentes de trabajo? ¿Quién no va a estar de acuerdo con que hay que combatir la informalidad? ¿Quién puede no coincidir con que se debe mejorar las condiciones de todos los trabajadores y, ni que hablar, con que sería bueno (además de muy necesario) aumentar el salario mínimo? De todo eso no hay dudas. El problema es que, insistimos, no queda claro cómo. El problema, es que vivimos en medio de relatos y mitos.

Quiero de alguna manera cerrar esta columna poniéndole un toque de humor. Hace un tiempo, recogí una serie de expresiones a las que califiqué como “las más repetidas por los políticos uruguayos (de todos los partidos) en los últimos 20 años”. Y ahora que pienso, creo que son de alguna forma los pilares de un montón de relatos y mitos que por estos tiempos nos envuelven:

-"Venimos a conocer de primera mano los problemas de los vecinos...".

-"Este es el mano a mano que la gente nos pide...".

-"Lo hacemos por vocación de servicio...".

-"Sabemos que cometimos errores pero...".

-"Al fin y al cabo el objetivo es mejorarle la calidad de vida a la población...".

-"Hemos elaborado propuestas claras, creíbles y posibles...".

-"Estas propuestas surgen después de un análisis profundo con un gran equipo de especialistas...".

-"Para nosotros es una gran responsabilidad y un orgullo...".

-"Estamos fuertemente trabajando para esto...".

-"Es un problema que hay que atacar de raíz...".

-"Siempre con la participación de todos los actores sociales involucrados...".

-"Lo venimos diciendo desde el primer día...".

-"Las cosas mal hechas hay que combatirlas de donde sea que vengan...".

-"Tenemos que generar oportunidades para todos...".

-"Hay que salir a buscar inversiones...".

-"Es prioridad generar fuentes de trabajo y podemos hacerlo...".

-"Tenemos que promover el desarrollo...".

-"Está claro que lo que está faltando es voluntad política...".

-"Nos merecemos una vida más digna...".

-"Al final del día la gente va a juzgar gestiones...".

-"Hoy el escenario es otro...".

-"Lo importante es escuchar a la gente...".

-"Son reclamos que nos llegan todos los días y que no pueden esperar...".

-"Entre todos es posible...".

-"Queremos devolverle a este hermoso departamento (o país) parte de lo tanto que nos ha dado...".

-"A redoblar los esfuerzos...".

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