La semana final
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Por Ramón Fonticiella - Ex Intendente de Salto
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rfonti08@gmail.com

En las carreras de ciclismo los competidores apuran su ritmo al llegar sobre el final. Todos los de la punta “embalan”. A veces ese remate decide la competencia.
En elecciones puede suceder lo mismo. El lapso final de la campaña puede mostrar esfuerzos extraordinarios, para captar la atención de los votantes. A la inversa de las carreras, el tramo final de una elección no siempre mejora la posición del candidato. Puede caer en la demagogia, puede enturbiar la situación actuando al borde de lo razonable en sus discursos y hasta puede perder su línea propositiva.
Algunas conductas similares se ha visto en esta carrera electoral por la Intendencia de Salto. Se ha percibido cierto “arrojo excesivo” en la lucha por atraer voluntades. Caso puntual ha sido el de “devolver motos y multas” que ha partido de la Coalición Republicana. Corre por cuenta de los proponentes hacer demagogia con la ley, comprometiendo conductas que son delicadas. Similar razonamiento merece el anuncio de rebajar el precio del boleto de ómnibus, rememorando la insólita acción de un candidato que luego deshizo las finanzas de la Intendencia y dejó deudas que, diez años después, el pueblo sigue pagando.
El final de la campaña no debe ser un escenario de tentaciones para quienes corren detrás de los votos. Las promesas de brindar beneficios que suenan populares y pueden atraer incautos, en general son pan para hoy y hambre para mañana. La locura financiera de rebajar el costo del boleto en el año 2010, llevó a la ruina al servicio. Cuando Coutinho lo hizo, el presupuesto del ómnibus estaba equilibrado: recaudaba lo necesario para funcionar; hoy según los números consultados (2023) costaría mucho más que lo que se ingresa por pasajes. Ganar aquella elección por parte del recordado intendente, ha condenado a Salto a pagar una deuda 260 millones de pesos por año, durante quince vueltas al sol, salidos del bolsillo de TODOS los contribuyentes.
Las personas razonables, sin importar que ideología tengan, no pueden permitir que las fantasías de poder de unos candidatos, hundan a ciento veinte mil personas en más pobreza institucional.
El candidato a intendente lo es para construir una administración sana, aunque venga enferma, nunca para hundir más la nave. Si sólo se piensa en ganar para “gloria personal”, estamos fritos: podremos estar promoviendo la generación de más deudas que pagaremos todos. Sólo quienes tienen credenciales de buenos administradores, pueden formar equipos capaces de conducir bien.
Parece sencillo, pero no lo es. Hemos vivido bombardeados por frases que como una colcha, tapan antecedentes nefastos para los dineros públicos, como en CTM por ejemplo. Hay que sacudirse ese cobertor y ver las realidades pasadas: dineros del Pueblo mal gastados, beneficiados partidarios, propuestas vacías respaldadas en fortalezas de otros, fingida inocencia en políticas que se acompañaron con la firma, o ignorancia del alcance de las falsas promesas.
En la semana final queda margen para pensar en lo serio y consistente para todos, más allá del apetito electoral.
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