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Hace unos días, en esta misma página, hablábamos de la construcción de relatos y mitos que, de alguna manera, sostienen el pensamiento de una sociedad. Luego, al entrevistar a dirigentes políticos que ocasionalmente llegaron a Salto, surgió la discusión junto a ellos (discusión muy interesante por cierto), respecto a qué es la izquierda y la derecha, y sobre todo dónde están hoy en día en nuestro país la izquierda y la derecha.

Lo que es seguro, desde nuestro punto de vista al menos, es que los límites entre ambas ideologías (¿será correcto llamarle así?) son cada vez más difusos. Y eso no lo decimos como algo malo ni bueno, sino solamente como un dato de la realidad, es decir, como algo comprobable en los hechos.

Precisamente, vayamos a algunos ejemplos concretos. En el año 2010, el gobierno departamental del colorado Germán Coutinho decidió rebajar considerablemente lo que los ancianos debían pagar para estar en el Hogar Municipal de Ancianos. Por otro lado, rebajó el precio del boleto de ómnibus a la mitad (de 12 a 6 pesos). Lo invito, estimado lector, a que le pregunte a cualquier persona que no tenga ni idea de estas cuestiones, si ese tipo de medidas son propias de izquierda o de derecha. Seguro que el 99% le responderá que son medidas más propias de la izquierda. ¿Por qué? Porque así lo establecen los relatos que nos vienen enseñando desde hace muchísimas décadas.

Otro ejemplo…Cuando irrumpe la pandemia en nuestro país, el Presidente Lacalle Pou, recién asumido, decidió “quitar dinero a los que ganaban más” (y crea el Fondo Covid) para dárselo a los que más lo necesitaban en un momento tan difícil, de pérdidas de empleo, muertes y más. Lo invito a que razone lo mismo que en el párrafo anterior: ¿eso es más propio de derecha o de izquierda? Incluso recuerdo como si fuera hoy, que dirigentes que se dicen “izquierdistas”, se molestaron con la decisión de Lacalle Pou, porque de alguna forma sentían que les estaba robando una idea que asumían que les pertenecía ideológicamente. Queda contestada la pregunta.

Voy con un ejemplo más…El año pasado, hubo un movimiento social (y plebiscito) fuertemente impulsado por “trabajadores organizados”. Aspiraban, entre otras cosas, a elevar las jubilaciones y pensiones más sumergidas, al nivel de un salario mínimo nacional. Si yo le pregunto qué piensa usted que hizo ante eso, un partido que se dice “de izquierda”, ¿usted qué diría? Claro, usted me diría que apoyó con mucho entusiasmo. Sin embargo no, no fue así. La realidad indicó que el Frente Amplio se “desmarcó” y no apoyó, es más, hasta hizo -con cierto disimulo- una campaña en contra (como lo hicieron la mayoría de blancos y colorados).

Así que, en definitiva, quizás sea bueno recordar que la etiqueta de ser de derecha o de izquierda, nació literalmente de la distribución de los asientos dentro de una sala. Fue en la Asamblea Nacional Constituyente francesa de 1789, instalada en la renombrada Salle du Manège, donde se fraguaba la primera Constitución tras el colapso del absolutismo. Sucede que el término prendió rápido en la prensa parisina: los panfletos jacobinos acusaban a “la derecha” de conspirar contra la Revolución, mientras que los libelos conservadores tachaban a “la izquierda” de desatar el caos. Con la exportación de las ideas revolucionarias, la dicotomía cruzó fronteras y se adaptó a realidades nacionales muy distintas. En el siglo XIX, “izquierda” se volvió sinónimo de republicanismo, anticlericalismo y, más tarde, socialismo; “derecha”, de defensa del orden establecido y la propiedad privada.

Pero qué lejos estamos hoy de todo eso, ¿verdad? O al menos estamos lejos de poder decir que los límites son claros. Hoy en el Uruguay, aunque puedan ser claros dos “bloques ideológicos” como gustan decir algunos, las fronteras, insistimos, son cada vez más difusas.

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