No te quedes de brazos cruzados
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Por el Dr. Luca Manassi Orihuela
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lucamanao@gmail.com

Es muy común escuchar historias de personas que pagaron por algo en línea y nunca les llegó el producto, o les llegó otra cosa. A veces se trata de estafas bien armadas, con perfiles falsos, imágenes robadas y hasta respuestas automáticas. Otras veces son cuentas que se borran o te bloquean después del negocio, dejando compradores con una transferencia hecha y ningún respaldo.
Esto no es nuevo, pero sí se está dando con más frecuencia. Y por más que generalmente no se trate de grandes montos, lo real y lo cierto es que detrás hay un patrón delictivo que muchas veces se repite, y es bueno saber que la justicia lo toma muy en serio. Se trata de engaños deliberados con intención de lucro, y como tales, son delitos que se pueden denunciar.
En Uruguay, estas conductas delictivas se encuadran en el delito tipificado como estafa. Para denunciarlo, lo primero es poder acreditar que existió la transacción y que la otra parte actuó de forma engañosa. Las capturas de pantalla con las conversaciones, el comprobante de pago, los datos del perfil o del número que recibió el dinero son claves. También ayuda aportar cualquier dato que permita identificar al responsable, aunque no siempre es fácil. Muchas veces se usan cuentas a nombre de terceros, o medios de cobro que no queda claro quién está detrás.
Con esa información se puede o bien presentarse en una seccional policial, o ir directamente a Fiscalía a hacer la denuncia. Hay que tener en cuenta que no importa si el perfil ya fue borrado o si pasó una semana desde la transferencia. Cuanto más evidencia se aporte, mejor.
En paralelo, vale la pena hacer el reclamo dentro de la plataforma. Mercado Libre, por ejemplo, tiene un sistema de resolución de conflictos que, en algunos casos, permite recuperar el dinero si se prueba que la operación no fue cumplida. En redes sociales como Instagram o Facebook también se puede denunciar una cuenta por conducta fraudulenta, lo que ayuda a frenar a tiempo otras posibles estafas. A veces no alcanza, pero cada reclamo suma.
Ahora bien, más allá de la denuncia, lo que realmente es fundamental para reducir el riesgo es actuar con precaución. No todo lo que se ofrece en redes es una estafa ni mucho menos, pero hay señales que deberían hacernos abrir los ganchos. Si el perfil es demasiado nuevo, si no hay comentarios reales, si el único medio de pago es por fuera de la plataforma a una cuenta de dudosa titularidad, o si hay un desespero por concretar la operación, son indicios de que algo no está bien. Ante la duda, es preferible no avanzar.
También es recomendable buscar referencias del vendedor. Una buena cosa es copiar el nombre de la tienda o el número de celular en Google, a veces ya hay otros casos denunciados. En grupos de redes sociales también suelen aparecer advertencias. A esto suma cada vez que se hace una transacción honesta, recomendar positivamente el negocio, a los efectos de ir consolidando esa red de recomendaciones que en definitiva queda al servicio de todos los usuarios.
La Justicia uruguaya ha dado señales importantes en lo referido a las estafas online. Hace poquitos días salió en los medios la noticia de una mujer que manejaba una tienda falsa por Instagram. Vendió ropa a cientos de clientes que nunca entregó y fue condenada por estafa.
En definitiva, ante una estafa, lo que corresponde es actuar. Juntar todas las pruebas, utilizar los mecanismos de reclamo disponibles y hacer las denuncias correspondientes. No siempre se logra recuperar lo perdido, pero vale la pena hacer el intento, y de paso evitar que el sistema se repita con otras víctimas.
Y fundamental: en lo previo, conviene tomarse el tiempo necesario para verificar a quién se le está transfiriendo dinero. Un mínimo de cautela en ese momento puede evitar muchos problemas.
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