Otra marcha del silencio
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Por el Dr. Pablo Ferreira Almirati
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estudioferreiraalmirati@gmail.com

Días pasados se llevó a cabo la edición número 30 de la Marcha del Silencio, bajo la consigna “30 veces nunca más: sepan cumplir. ¿Dónde están?”. Miles de personas marcharon por la principal avenida montevideana durante casi dos horas. Reclaman verdad y justicia por los crímenes cometidos durante la dictadura militar, reclaman por los desaparecidos, exigen ubicar sus restos desde que terminó el régimen. Los avances en cuanto a su localización han sido muy escasos. Todos los partidos políticos han pasado por la Presidencia de la República, y ninguno logró avances sustanciales. A esta altura, la tarea se vuelve cada vez más difícil. Creo que la gran oportunidad se tuvo cuando ocupó el Ministerio de Defensa el jefe guerrillero Fernández Huidobro, quien entabló una amistad entrañable con el jefe del Ejército, el General Guido Manini Ríos. Esa fue la oportunidad para avanzar en esta interminable investigación, pero se perdió. O, directamente, otros factores incidieron para que no se descubriera la verdad.
Los familiares de los desaparecidos acusan a los militares de mantener un pacto de silencio, lo que conduce al fracaso cualquier indagatoria. Muchas veces se han dado pistas erróneas que terminaron dejando mal parados a los gobiernos, que se apresuraron en informar sobre posibles hallazgos.
Creo que esto es así, pero el fracaso no se debe solamente al pacto de omertá entre los militares. Existieron muchos pactos entre militares y tupamaros en plena dictadura; hay muchos secretos por develar. Por algo el Frente Amplio se oponía a la publicación de los archivos de la dictadura. Tenían temor, especialmente aquellos que habían participado en la guerrilla. Existieron traiciones: tupamaros que delataron a sus compañeros, que se pasaron de bando, amistades entre guerrilleros y altos mandos militares en plena dictadura. Todo ello pesa, y mucho. Por parte del MLN, intentaron resumir todas esas traiciones en un solo personaje: Amodio Pérez. Pero tengo para mí que existieron muchos Amodio Pérez que hoy levantan la bandera de la guerrilla tupamara. El relato tupamaro siempre fue falaz, al punto de que lograron "venderle" a la gente que enfrentaron al gobierno militar, a sabiendas de que, cuando este asumió, todos estaban presos.
Traiciona también cualquier intento de descubrir la verdad el simple hecho de que nadie está dispuesto a pasar sus últimos días en la cárcel. El Frente Amplio promovió la imprescriptibilidad de los delitos de lesa humanidad y, con ello, dejó abierta sine die cualquier investigación sobre crímenes de hace más de 40 años. ¿Cómo pueden pensar que alguien declare?
Creo que la solución viene por otro lado: Un punto final. Un final para todos. El dolor no tiene ideología, el amor no tiene partido.
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