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Todo empezó mal. Junto a un grupo de docentes y amigos detectamos en los lugares de trabajo de cada uno, vinculados a la educación, aparecieron las manchas que deja el suicidio o las intenciones de este. Este problema que salpica a toda la sociedad hizo carne en muchos jóvenes lo que llevó a que nos preocupáramos sobremanera. Lo que derivó en varias charlas que junto al abogado y docente Álvaro Machado Rodríguez, el profesor Sixto Monetta y el psicólogo Jesús Arbiza desarrolláramos talleres el año pasado en el Instituto de Formación Docente "Rosa Silvestri" de Salto y en el Centro Regional de Profesores, Cerp del Litoral, asentado en nuestra ciudad.

Esto derivó en que nos contactaran desde la vieja, querida y señera Liga Salteña de Básquetbol que hoy tiene en su cabeza a gente del nivel de Ricardo Urroz y Juan José Bernardino Sequeira. Nos contactaron y nos reunimos con todo el cuerpo de neutrales y el resultado es un ciclo de charlas que estamos llevando adelante primero solo con los dirigentes en general, que ya pasó, y ahora visitando a todos y cada uno de los seis clubes afiliados a la LSBB para charlar con padres, madres, abuelos, entrenadores, árbitros, ayudantes y jugadores de inferiores. Este proceso también nos llevará a Bella Unión pues queremos hacer lo mismo con los amigos del Náutico que participan en actividad de la pelota naranja salteña.

Demás está decir el montón de temas que se disparan en cada ocasión porque la gente no va pasivamente a escuchar una conferencia (por suerte) sino que aporta, aplaude, discrepa, cuenta, muestra aciertos y flaquezas.

Acá hay que decir un detalle importante que quizás no aparece entre los temas mismos de la charla. Y es que se nota, al menos nos parece, cierto hartazgo de la gente con tantas tablet, computadoras y celulares y quiere hablar, que le hablen, contar sus problemas y recibir información cara a cara. No hay espacio donde se valore eso. Es como que usted amigo lector, sea experto en obras, o en motores, y dé una charla y la gente le agradezca el diálogo tanto como el saber de algo en particular. Esto demuestra que hemos estado asumiendo que la tecnología resolvía problemas que a la larga vemos que no. La sociedad está enferma de soledad y cada vez que puede lo demuestra.

Este problema agudiza el problema básico que fuimos a enfrentar que es el potencial de suicidio que tienen muchos jóvenes. Uno de los autores que manejamos en las charlas, al menos desde mi área que es la Sociología, dice que nos enfrentamos a estar juntos pero solos y que muchas veces se puede dar en una oficina, en un trabajo, y sobre todo y peor que peor, en una familia donde están todos cerca, en la misma pieza, en el mismo patio, en habitaciones contiguas pero nadie se está hablando. Cada uno en un dispositivo, ni hablar el celular, ni hablar la tablet, la compu, las ceibalitas tan lindas que todos alabamos en nuestros niños.

Hay adolescente que para pedirles la  mayonesa en la comida familiar hay que decirles tres veces pues están absortos en el aparatito o pensando no se sabe en qué. Sobre esas bases, malas claro está, se construyen  muchos de nuestros problemas sociales.

En esos espacios de comunicación se presenta una especie de "por fin" pero que no tiene que ver con los disertantes, ni hasta el tema, sino con la acción de la convocatoria, con el diálogo, con el espacio para hablar y escuchar, con la oportunidad de hablar con el otro que lo veo en la cancha llevando y trayendo a sus hijos y que hoy  me entero que anda en los mismos problemas que yo.

Esta bajada a la realidad nos ha hecho replantear muchas cosas.

 

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