He dejado pasar unos días más de los famosos “cien días”, para recién trazar algunas líneas de opinión sobre el Gobierno Nacional instaurado el 1º de marzo. Digo ante todo, que entiendo un error haber lanzado con bombos y platillos alabanzas sobre esos cien días. Era preferible haber bajado la cabeza y seguir trabajando.

Tuve claro desde que ganó Yamandú Orsi, que este iba a ser el gobierno más “flojo” de todos los que tuvo el Frente Amplio. Por varios motivos. Por un lado, porque no hay figuras de fuste (Vázquez, Astori…), por otro lado, porque el escenario opositor es otro (más fuerte) que en gobiernos frentistas anteriores; sumemos, que hay una figura agazapada: Lacalle Pou, ¿se entiende? Eso solo como algunos argumentos, hay otros por supuesto, que hacen pensar (ya hacían pensar de antemano) que, pese a ganar también tras un gobierno de partidos tradicionales, no sería este, ni cerca, como aquel gobierno que Tabaré Vázquez inició en 2005 por ejemplo.

Además, quiero decir antes de explayarme en análisis, que reconozco que cien días no son nada si se piensa en términos de gobierno. De todas maneras, sí podría haber señales de mejoramiento, cosa que en este caso no veo. Me han dicho que hablar de “cien días” no es un invento de este gobierno, sino un término acuñado y explicado por politólogos. Ahora bien, el gobierno puede tomarlo o no, ¿verdad? En este caso, creo que no debería haberlo tomado, ya que no había nada sustancial para comunicar.

Sinceramente, pienso que el balance no es para nada auspicioso, aunque se lo intente disfrazar con campañas propagandísticas de autocelebración. Sinceramente, no veo un plan claro, menos aún avances significativos. No veo liderazgos. Se dice que Orsi prefiere el trabajo en equipo y no el personalismo. Yo también. Pero acá estamos hablando de alguien que no tiene un buen equipo. De hecho, varios integrantes ya se cayeron.

Fíjese los supuestos “logros” anunciados. Hablan de un “plan de salud mental” que todavía no existe, de una “estrategia nacional de drogas” que nadie ha visto, y de un “relanzamiento” del Sistema Nacional de Cuidados que no ha pasado del papel…

En política económica, proponen una nueva regla para fijar los precios de los combustibles, que solo ha significado aumentos injustificados para los consumidores.

Hablan de diálogo social, pero como excusa para preparar ajustes disfrazados, especialmente en seguridad social.

La ética pública ha sido una víctima constante. Jerarcas cuestionados continúan en sus cargos, protegidos por un blindaje político vergonzoso.

El caso de Colonización es grave. La compra exprés de una estancia sin informes técnicos, en plena ceremonia fúnebre de Mujica, revela improvisación y desprecio por los procesos institucionales. La propia Lucía Topolansky reconoce que primó la emoción por sobre la razón.

Mientras el ministro Oddone habla de moderación y equilibrio fiscal, desde las bases sindicales lo acusan de neoliberal. ¿Hay una fractura ideológica interna que complica las acciones del gobierno? Claro que sí.

En política exterior, los errores también abundan. El anuncio de traer jóvenes palestinos a trabajar al campo, hecho en plena crisis diplomática, carece de planificación, transparencia y coordinación. ¿Cómo serán seleccionados? ¿Quién costeará su llegada? ¿Se consultó a la colectividad judía uruguaya? Solo parece haber gestos simbólicos.

En lo social, ¿no es un fracaso evidente que dos personas en situación de calle murieran de frío? ¿Y que un niño falleciera bajo custodia del INAU? ¿Y que un paciente psiquiátrico muriera en condiciones críticas en el Hospital de Clínicas? Son casos en los que el Estado no llegó. El mismo Estado que, cuando estaba en la oposición, denunciaba “muertes evitables” y hablaba de “Estado ausente”.

No solo que no hay logros significativos, sino que no hay rumbo claro para alcanzarlos. Insisto, promocionar cien días de gobierno fue un error. Solo desnudó carencias.