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El transporte urbano de Salto atraviesa un momento clave. Con números en rojo, ómnibus que superan el millón de kilómetros recorridos y un déficit que arrastra desde hace años, la intendencia busca soluciones. En este escenario, Francisco Blardoni, delegado ante el Congreso de Intendentes y responsable del área de transporte, explicó en una entrevista cómo se está trabajando para mejorar el servicio y hacerlo más eficiente, sin perder su carácter social.

Un servicio necesario, pero deficitario

Blardoni no lo esconde: el transporte urbano es deficitario. El cálculo es claro. Si se tomara el costo real de poner un ómnibus en la calle, el boleto en Salto debería costar 76 pesos. Sin embargo, el precio que pagan los usuarios es de 25. Esa diferencia explica buena parte del rojo en las cuentas. Aun así, el transporte es considerado un servicio social. Para mucha gente es la única manera de ir a trabajar, estudiar o atender sus necesidades. Por eso, la solución no pasa por aumentar el boleto sin más, sino por administrar mejor los recursos, buscar subsidios y modernizar el sistema.

Flota envejecida y necesidad de renovación

Hoy en Salto circulan unidades de los años 87, 89 y 90. Algunos ómnibus superan ampliamente el millón de kilómetros. “El ideal de cualquier empresa es tener una flota con no más de 10 años de antigüedad”, señaló Blardoni. Renovar significa reducir costos de mantenimiento, mejorar la puntualidad y ofrecer mayor seguridad y comodidad a los usuarios. Pero la realidad es dura: “negocio con plata es fácil, aquí tenemos que usar creatividad e iniciativa”, reconoció.

Nuevas ideas: publicidad y tecnología

Entre los planes inmediatos está generar ingresos con publicidad en el interior y exterior de los buses, además de uniformizar las garitas en toda la ciudad para que sean más visibles y seguras.

Otro paso importante será la incorporación de boleteras electrónicas, como en Montevideo. Este sistema permitirá pagar con tarjeta y, al mismo tiempo, dará información clave: en qué horarios viaja más gente, cuáles son las paradas más utilizadas y cómo organizar mejor los recorridos.

También se proyecta la instalación de GPS en cada unidad. Esto no solo servirá para saber dónde está el ómnibus, sino para medir puntualidad, consumo de combustible, temperatura del motor y hasta el estilo de manejo de los choferes. Detalles que, bien gestionados, pueden ahorrar hasta un 10% de gasoil, un número nada menor.

Combustible y subsidios

El costo del gasoil es otro punto sensible. Montevideo, a través de CUTCSA, consume 30 millones de litros al año y obtiene beneficios por volumen. Salto no llega a esa magnitud, pero en el Congreso de Intendentes se negocia una compra conjunta para todas las intendencias. Con más volumen, habrá mejor precio y descuentos que alivien los costos.

De todos modos, Blardoni admite que, aunque se ajusten los números, siempre habrá un tercio del costo que deba ser subsidiado. “Es inevitable, porque el transporte es un beneficio social”, explicó.

Problemas en los barrios y seguridad

No todo es gestión de números. Hace poco un ómnibus fue apedreado en el barrio Andresito, lo que obligó a suspender temporalmente el servicio en la zona. “Pagan justos por pecadores”, lamentó Blardoni, quien adelantó que se trabaja en protocolos con choferes, inspectores y vecinos para evitar que vuelva a suceder.

Transporte rural y líneas privadas

Además del transporte urbano, Blardoni estudia la situación de las líneas rurales y las que conectan la ciudad con las termas. Muchas funcionan con contratos vencidos, algunas veces sin cumplir horarios y sin controles adecuados. La idea es revisar todo, unificar criterios y asegurar que los vecinos de localidades como Arenitas Blancas o Corralitos tengan un servicio confiable.

El papel del Congreso de Intendentes

 Blardoni destacó que muchas soluciones se buscan en el Congreso de Intendentes. Allí se negocian mejores precios, se plantean compras conjuntas y se acuerdan subsidios. “En vez de comprar una excavadora sola, si compramos diez el costo baja mucho más. Lo mismo pasa con los ómnibus y el combustible”, explicó.

Un desafío enorme

El transporte en Salto es, hoy por hoy, un hierro caliente. Pero Blardoni se muestra optimista. La clave, dice, está en modernizar, administrar mejor los recursos y buscar alianzas. “No pretendemos utilidad, pero sí equilibrio entre ingresos y egresos. Y sobre todo, un servicio de calidad para la gente”

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