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En los últimos días, una seguidilla de accidentes de tránsito en la Costanera Sur volvió a poner en evidencia un problema que muchos venimos advirtiendo desde hace tiempo: la imprudencia con la que circulan tanto automovilistas como motociclistas en esa zona tan transitada de la ciudad. En horas clave —temprano en la mañana, al mediodía y al finalizar la jornada laboral— el flujo de vehículos no solo es intenso, sino también excesivamente rápido, lo que convierte cualquier maniobra en un riesgo potencial.

A esta realidad se suman conductas que agravan la situación. Algunos automovilistas realizan adelantamientos audaces pese al tránsito que circula de frente, sin medir consecuencias. Y entre los motociclistas, cada vez se observa más a jóvenes que, como si la Costanera fuera una pista de exhibición, levantan la rueda delantera haciendo “willy”, una práctica que reduce la visibilidad y el control del vehículo, generando un peligro innecesario tanto para ellos como para terceros.

Creo que esta combinación de velocidad, imprudencia y falta de controles requiere una intervención más firme de las autoridades. No se trata de restringir libertades, sino de proteger vidas. Estamos en una época del año particularmente sensible: el fin de año suele traer apuros, urgencias y distracciones que, sumadas a estas conductas temerarias, aumentan la probabilidad de accidentes que todos queremos evitar.

Por eso, como vecino preocupado, llamo a reforzar la presencia de inspectores, mejorar la señalización y promover campañas de concientización. La Costanera es un espacio para disfrutar, no para poner en juego la seguridad. Si cada uno hace su parte —autoridades y ciudadanos— podremos transitar con mayor responsabilidad y evitar tragedias que, en muchos casos, son totalmente previsibles.  J.D.L.

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