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El reciente decreto del Poder Ejecutivo que reglamenta el régimen especial para las zonas de frontera encendió la polémica en el litoral uruguayo. Mientras el gobierno anunció medidas para paliar la diferencia de precios con los países vecinos, los beneficios alcanzarán únicamente a seis zonas limítrofes con Brasil: Chuy, Río Branco, Aceguá, Rivera, Artigas y Bella Unión. El decreto permitirá a micro, pequeñas y medianas empresas de esos puntos fronterizos acceder a un régimen especial de importaciones, con exoneraciones de aportes patronales y de tributos como IVA e IMESI, además de simplificaciones aduaneras. Entrará en vigencia el próximo 1° de diciembre. Pero en el litoral —y particularmente en departamentos como Salto, Paysandú y Río Negro— la medida fue recibida con desconcierto y malestar. El referente de la lista 330 del Partido Nacional, Cr. Marcelo Alario, expresó con firmeza su disconformidad y lanzó una pregunta que resume el sentimiento de muchos: “¿El litoral merece este destrato?”

“Nos están dejando afuera de toda consideración”

Alario sostuvo que “lamentablemente el litoral del país fue olvidado por el gobierno del Frente Amplio”, y planteó que la omisión no puede explicarse sino como una falta de sensibilidad hacia una región históricamente castigada. “Nos preocupa profundamente esta exclusión. ¿Acaso no sabe el FA que en el litoral tenemos un desempleo estructural superior al 20 %? ¿No saben la enorme diferencia cambiaria que existe con Argentina, o que la gente cruza la frontera para hacer turismo y compras por esa brecha de precios?”, cuestionó el dirigente blanco. El contador salteño enfatizó que el decreto profundiza la desigualdad entre las zonas fronterizas del norte y las del oeste del país, que sufren desde hace años el impacto directo de la competencia argentina. “Mientras a unos se los protege, a otros se los deja librados a su suerte. En el litoral, las pequeñas y medianas empresas vienen cerrando sistemáticamente sus puertas, y eso no parece importarles”, afirmó.

Un litoral que siente que no cuenta

Pero la preocupación de Alario no es aislada. Basta recorrer las principales avenidas comerciales de Salto o Paysandú para ver locales vacíos, carteles de “se alquila” y empresarios que, con esfuerzo, tratan de sostener sus emprendimientos en medio de un contexto adverso. El tipo de cambio argentino —favorable al consumo del otro lado del río— y los costos internos en aumento han generado una sangría económica difícil de revertir sin medidas específicas. El decreto fronterizo del Ejecutivo, al limitar sus beneficios a las ciudades del norte, parece reabrir una vieja herida: la sensación de que el litoral no integra las prioridades nacionales.  “Cuando se nos dice que gobiernan para las clases más desprotegidas, eso se vuelve una demagogia pura y dura”, agregó Alario. “Porque en realidad, cada vez las están hundiendo más, impidiéndoles trabajar dignamente.”

Una región postergada que reclama equidad

La pregunta que plantea el dirigente nacionalista —“¿El litoral merece este destrato?”— resuena como un eco en una región que se siente olvidada. En los últimos años, la brecha con el país vecino ha afectado no solo al comercio minorista, sino también al turismo, los servicios y la industria. Mientras en el Parlamento se discuten los alcances de este régimen especial, la expectativa de los empresarios y trabajadores del litoral es clara: que el gobierno rectifique el rumbo e incluya también a quienes conviven, día a día, con los efectos de la frontera.
“No pedimos privilegios —concluyó Alario—, pedimos igualdad de condiciones. El litoral también es Uruguay, y merece ser tratado como tal.”

Un litoral que siente que no cuenta

Desde la óptica del cronista, la preocupación de Alario no es aislada. Basta recorrer las principales avenidas comerciales de Salto o Paysandú para ver locales vacíos, carteles de “se alquila” y empresarios que, con esfuerzo, tratan de sostener sus emprendimientos en medio de un contexto adverso. El tipo de cambio argentino —favorable al consumo del otro lado del río— y los costos internos en aumento han generado una sangría económica difícil de revertir sin medidas específicas. El decreto fronterizo del Ejecutivo, al limitar sus beneficios a las ciudades del norte, parece reabrir una vieja herida: la sensación de que el litoral no integra las prioridades nacionales. “Cuando se nos dice que gobiernan para las clases más desprotegidas, eso se vuelve una demagogia pura y dura”, agregó Alario. “Porque en realidad, cada vez las están hundiendo más, impidiéndoles trabajar dignamente.”






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