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En los últimos días, la recategorización de 140 hectáreas de suelo en Salto se convirtió en un tema central de conversación. No solo por su impacto urbano, sino porque toca intereses sociales, económicos y ambientales. Para profundizar en el asunto, recibimos en nuestro estudio al arquitecto Federico Villar, especialista en urbanismo y planificación, con formación reciente en Barcelona y experiencia en el análisis del crecimiento de las ciudades. Villar llegó al programa con un mensaje claro: la ciudad es un organismo vivo y su expansión requiere debates serios, técnicos y también sociales.

Por qué se habla de recategorización

La recategorización de suelo implica cambiar la clasificación de ciertas áreas para permitir su urbanización bajo nuevas reglas. Esto despierta preguntas sobre si realmente se necesita ampliar el suelo urbano, qué impacto puede tener y a quién beneficia. Villar explicó que la demanda existe porque la ciudad viene creciendo hacia ese sector desde hace años. Señaló que incluso la administración anterior debió habilitar urbanizaciones mediante excepciones debido a que no había un marco normativo adecuado para ordenar ese avance, y que ahora la intención es corregir ese problema.

El mercado también es la gente

El arquitecto se refirió a un punto que genera debate: el papel del sector privado en el crecimiento urbano. Para él, el privado no es un actor externo ni algo negativo, sino parte de la propia sociedad. Sostuvo que quien compra un terreno en la zona lo hace porque lo necesita o lo desea, y que si hay compradores, es natural que existan vendedores. Agregó que la especulación inmobiliaria puede existir, pero no necesariamente es algo malo. Lo importante es que el Estado establezca reglas claras y un marco normativo firme para evitar desarrollos desordenados, asentamientos irregulares o urbanizaciones improvisadas.

Un proceso con tres pasos

Villar detalló cómo funciona el proceso técnico de recategorización. Primero, la Junta Departamental aprueba un marco jurídico que define qué se puede hacer en ese territorio. Después, el propietario presenta un proyecto de viabilidad con trazados, calles, servicios y criterios urbanos. Recién en una etapa posterior, quienes compran pueden construir siguiendo la normativa establecida. Hoy, gran parte de las 140 hectáreas mencionadas sigue siendo campo, y lo que se vota es simplemente permitir que, si se urbanizan, se haga bajo normas actualizadas y bien definidas.

¿Se debería crecer hacia otro lado?

Algunos actores sostienen que la ciudad no debería expandirse hacia el este y que sería preferible densificar el centro. Villar reconoció que ese debate existe y es válido, pero manifestó que no comparte una visión que pretenda imponer dónde debe vivir la gente. Afirmó que si hay estudios técnicos serios, un marco legal adecuado y una demanda real, corresponde acompañar el crecimiento de forma ordenada en lugar de frenarlo.

Un debate que recién empieza

La recategorización de las 140 hectáreas probablemente sea aprobada porque ya cuenta con mayoría en la Junta Departamental, pero más allá del resultado formal, el tema abrió una conversación más profunda: cómo queremos que crezca Salto. Entre técnicos, privados, ediles y ciudadanos, lo importante es que cada paso se dé con información clara, planificación y responsabilidad. El crecimiento de la ciudad es inevitable; lo que se discute ahora es la forma en que se ordena para que traiga beneficios reales y equilibrio para toda la comunidad.

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