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Pocos saben que la Soberana Orden Militar y Hospitalaria de Malta tiene sus raíces en el año 1048, en Jerusalén. Nació con una misión clara: cuidar a los peregrinos y brindar asistencia a los enfermos y heridos. Con el tiempo, su carácter militar se fue apagando, pero su espíritu hospitalario permaneció intacto, expandiéndose hoy a más de 137 países. En Uruguay, la Orden tiene más de seis décadas de historia, aunque su presencia fuera de Montevideo es más reciente. Hace seis años se instaló en Salto, sumando también delegaciones en Colonia, Rosario y Maldonado, con el objetivo de acercar su ayuda a más comunidades.

Compromiso con Salto: salud y acompañamiento

En Salto, el trabajo de la Orden se ha focalizado en dos áreas clave: el Hospital Regional y el Hogar de Ancianos. Para Carlos Bruno, miembro activo de la institución, “focalizar es importante para que la ayuda sea realmente efectiva”.

Una de las acciones más destacadas ha sido la donación de mobiliario y equipamiento médico proveniente de países como Suiza y Alemania. “Lo que en Europa se renueva cada dos años, aquí llega prácticamente como nuevo”, explica Bruno. Ese material —desde camas articuladas hasta sillas de ruedas— ha permitido mejorar las condiciones de atención y comodidad de los pacientes.

Además, todos los viernes, los voluntarios de la Orden comparten una merienda con los adultos mayores del Hogar. “La merienda es solo una excusa; lo importante es el tiempo que compartimos con ellos, escuchar sus historias y acompañarlos”, señala Bruno. La organización también está impulsando programas de voluntariado con estudiantes de la Universidad Católica, para que los jóvenes vivan de cerca la realidad de los más vulnerables y puedan aportar desde su formación profesional.

Ayuda global y presencia en zonas críticas

La Orden de Malta no se limita a la ayuda local. Su espíritu de servicio se extiende a los escenarios más complejos del planeta. En zonas de guerra como Gaza y Ucrania, en catástrofes naturales como tsunamis y terremotos, o en crisis sanitarias como la pandemia de COVID-19, sus voluntarios y equipos médicos han estado presentes.

Bruno destaca que el lema, que se puede traducir como “Defensa de la fe y servicio a los pobres”, sigue siendo el motor que impulsa cada acción, sin importar la geografía o las circunstancias.

La visita del embajador: un impulso para el trabajo local

Hace algunos días, Salto recibió por primera vez la visita del embajador de la Orden de Malta. La agenda incluyó reuniones con el intendente, autoridades del Hospital Regional y representantes de la Universidad Católica.

“Fue muy importante que el embajador viera de primera mano nuestras necesidades”, dice Bruno. “Tener un canal abierto con la embajada nos ayuda a gestionar más apoyo y recursos”.

El diplomático también brindó una charla en la Universidad Católica, reforzando los vínculos con instituciones locales y generando nuevas oportunidades de cooperación.

Voluntariado: el corazón de la Orden

Aunque el respaldo internacional es vital, el funcionamiento cotidiano de la Orden en Salto depende, en gran medida, de sus voluntarios locales. Son ellos quienes reparten su tiempo entre el hospital, el hogar de ancianos y las actividades comunitarias.

“La gente a veces cree que no puede ayudar si no es con dinero, pero no es así. El tiempo y la presencia son lo más valioso”, subraya Bruno. “Todos pueden aportar algo: acompañar, escuchar, colaborar en tareas simples. Todo suma”.

Quienes quieran conocer más o sumarse como voluntarios pueden comunicarse al 097 491 109. También es posible acercarse a las reuniones que se realizan en el Colegio María Auxiliadora o en la Universidad Católica.

Más allá de los mitos

Bruno reconoce que todavía hay desconocimiento y mitos en torno a la Orden. Algunos piensan que está reservada para personas de linaje o que tiene fines militares. “Nada más lejos de la realidad”, aclara. “Hoy la Orden es una organización humanitaria con un único objetivo: ayudar a los más vulnerables”.

Esa apertura también se refleja en su dinámica interna. Si bien los miembros activos son alrededor de 14.000 en todo el mundo, el verdadero motor de la organización está en sus miles de voluntarios, que silenciosamente sostienen gran parte del trabajo diario.

Desafíos y proyecciones

El desafío principal en Salto sigue siendo ampliar el alcance de las acciones, especialmente en el hospital. Para eso, se busca coordinar estrechamente con las autoridades sanitarias y asegurar que cada donación responda a necesidades reales.

En los próximos meses se espera una nueva donación desde Alemania y Suiza, con camas articuladas, mobiliario e insumos médicos, que nuevamente serán destinados al Hospital Regional y al Hogar de Ancianos.

Una invitación abierta

La Orden de Malta es, en palabras de Bruno, “una organización silenciosa, pero profundamente presente”. Con casi mil años de historia, mantiene intacta su vocación de servicio y su compromiso con quienes más lo necesitan.

“Siempre digo que peor que hacer poco es no hacer nada”, reflexiona. “Cada granito de arena suma, y en Salto hemos demostrado que, con voluntad y compromiso, se puede marcar la diferencia”.

La invitación está abierta: todos pueden ser parte de esta obra que combina tradición, solidaridad y servicio desinteresado, llevando esperanza y apoyo a quienes más lo necesitan.

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