
Los Mitos
- Por Nery Pinatto Director de MPC Consultores

La capacidad de crear una realidad imaginada a partir de un lenguaje permitió que un gran número de personas pudieran trabajar en pro de objetivos comunes, en lo que fue el gran logro de la primer gran revolución de la especie humana, la Revolución Cognitiva (luego vendría la Agropecuaria y finalmente, la Tecnológica). Básicamente, son los mitos.
El ser humano no puede vivir sin ellos. Los creó y el invento finalmente terminó por dominar a su creador. Dios (o dioses, ya que los japoneses tienen unos 8000, por ejemplo y no se podría decir que son una sociedad atrasada), la justicia, la democracia, los derechos humanos, el poder popular, son todas realidades imaginadas (es decir, mitos) a las que los colectivos humanos adoptaron como verdaderas. En 1789, por ejemplo, casi en un abrir y cerrar de ojos, los franceses pasaron del mito del Rey divino a la del pueblo libre y soberano.
Emperador Constantino y el Mito Cristiano
Unos 14 siglos antes, el Emperador Constantino entendió la importancia del mito cristiano y elevó una humilde secta israelí a la categoría de religión del imperio. Se podría decir que el argentino Francisco es el emperador romano de la actualidad. 1700 años después sigue siendo la mayor creencia occidental. En el tema mitos se lleva todos los aplausos, claro está. La Democracia, si bien su origen se remonta a la Atenas de Pericles (unos 2500 años atrás), es un mito relativamente nuevo.
Mito de la Democracia
Comenzó a tomar fuerza cuando las aristocracias británicas y sus descendientes norteamericanos entendieron que con la ficción (mito) de libertad al pueblo liso y llano (pequeña burguesía y proletariado) les iba a ser mucho menos costosa (y menos violenta, también) la explotación económica. Y así la impulsaron. Hay que reconocerles el genial invento del mayor de los mitos de la Democracia: la representatividad. Millones dieron su vida en poco más de 100 años "por la libertad y la democracia".
Mito dominante actual: el Exito
Hoy, en la tercera revolución, la Tecnológica, el mito fundamental ya no es la democracia ni la libertad. A fuerza de ser sinceros, a casi nadie ya les importa (a no ser, obviamente, a los representantes). El mito dominante es el ÉXITO. El volverse un triunfador. El viejo macho alfa que traemos de nuestro proceso evolutivo, especialmente en el complejo R del cerebro. Y como el éxito es un concepto profundamente individual, en las sociedades humanas no existe para todos. Ta claro. El gran desafío del sistema hoy es lograr que todos sus integrantes sin embargo crean que es posible. Del mantenimiento de ese mito depende hoy básicamente la existencia de nuestra civilización. Y de la tranquilidad de los que gobiernan al planeta, también.
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