Cada 29 del mes, miles de hogares en el Cono Sur mantienen viva una tradición que trasciende lo culinario: los ñoquis del 29. Muy arraigada en países como Argentina, Uruguay, Brasil, Paraguay y Chile, esta costumbre es un claro legado de la inmigración italiana que arribó a la región a finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX.

El ritual no termina en el plato. Acompañando esta sencilla comida se acostumbra colocar un billete o moneda debajo del plato, con la esperanza de atraer suerte y prosperidad. Este gesto, cargado de simbolismo, recuerda gestos de ayuda solidaria entre inmigrantes en tiempos difíciles.

Un origen entre santos y necesidad

Existen al menos dos versiones sobre el origen de esta tradición. La más mítica habla de San Pantaleón, joven médico y santo cristiano que peregrinó por el norte de Italia. Según la leyenda, un 29 de julio fue invitado a comer ñoquis por una familia campesina, y al marcharse les dejó monedas bajo los platos como bendición. Desde entonces, los ñoquis pasaron a simbolizar prosperidad. Otra versión más práctica señala que, hacia fin de mes, muchas familias de bajos recursos sólo podían preparar comidas económicas, como los ñoquis a base de papa y harina. Inmigrantes más establecidos invitaban a los más necesitados a compartir su mesa y, con discreción, colocaban monedas bajo los platos como ayuda. Así, el 29 se convirtió en un día de solidaridad.

Tradición viva en Salto

Esta tradición sigue tan vigente como siempre. En la jornada de ayer, 29 de junio, las fábricas de pastas de la ciudad de Salto registraron una demanda extraordinaria de ñoquis. Algunas colas llegaban hasta la calle, con personas esperando por su porción, algunas prontas y otras para cocinar. Varias fábricas incluso cerraron preventivamente para poder cumplir con los pedidos ya tomados. “Pensábamos vender, pero no estábamos preparados para tanto”, expresó una empleada. El fenómeno se repite mes a mes, demostrando que esta costumbre no solo sobrevive, sino que se fortalece.