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En el Striming de LA PRENSA, recibimos a Gustavo García, que en más de una oportunidad nos cruzamos en nuestras caminatas y era nuestro interés de conocer su actividad, que es parte de la Oficina Electoral, que generalmente nos acordamos cuando llegan las Elecciones, más allá que siempre está brindando su servicio a la comunidad. Así conocimos parte de la historia de un funcionario que muestra el amor por su función a lo largo de los años. Entre el ruido de la vida cotidiana y el pulso de la democracia, hay figuras que, aunque no siempre ocupen titulares, van dejando una huella profunda en la comunidad. Gustavo García es una de ellas. Con 45 años y medio de trayectoria en la función pública, este funcionario de la Oficina Electoral ha combinado disciplina, entrega y amor por su labor, convirtiéndose en un referente de compromiso y humanidad.

DE MONTEVIDEO A SALTO

Gustavo García nació en Montevideo un 10 de agosto de 1959, pero sus raíces se extienden hacia el interior: madre de Tacuarembó, padre de Durazno, y una vida familiar que siempre estuvo marcada por la cercanía y el respeto. En 1981 llegó a Salto, luego de un recorrido por distintas oficinas electorales en Montevideo, Rivera y Florida. Su vínculo con la función pública comenzó mucho antes, cuando a los 11 años ingresó a trabajar en el cilindro municipal y, posteriormente, en la cantina de la Corte Electoral. Desde entonces, su vida ha estado ligada a esta institución. “La Corte Electoral fue donde me hice niño, adolescente y hombre. Nunca hice política ni traicionaría a la Corte”, asegura con orgullo.

TRANSPARENCIA ELECTORAL

Para García, la Corte Electoral uruguaya es ejemplo de transparencia y seguridad. Recuerda con especial emoción su primera gran experiencia: el plebiscito de 1980, donde colaboró en la preparación de miles de urnas. “El sistema electoral uruguayo es ejemplar. La urna es lo más seguro y siempre hemos garantizado que el voto sea secreto y confiable”, señala.

A lo largo de su carrera, ha sido pieza clave en la organización de circuitos de votación, la coordinación con cooperativas y la búsqueda de accesibilidad para todos los ciudadanos, especialmente en un departamento como Salto, con más de 105.000 habilitados para votar.

CERCANÍA Y EFICIENCIA

García destaca que, en la actualidad, los trámites electorales son más ágiles gracias al sistema de agenda previa. “La credencial cívica es mucho más que un documento para votar: abre puertas para estudiar, trabajar y hasta tramitar un pasaporte”, explica.

Como el funcionario más veterano de la oficina, ha asumido el rol de mentor para las nuevas generaciones de empleados, transmitiendo conocimientos prácticos y valores de servicio.

“Algunos jóvenes pueden no entender al principio mis formas, pero todo lo que les enseño les servirá en el futuro”, dice con una sonrisa.

FÚTBOL, CARNAVAL Y COMUNIDAD

Fuera de la oficina, García es un apasionado del deporte y la cultura popular. Su vida ha estado ligada al fútbol como dirigente, jugador amateur y colaborador de clubes como Florida, Chaná y Arsenal, así como de selecciones departamentales.

También es carnavalero de corazón, con recuerdos vívidos de las murgas montevideanas y el rol social de la fiesta popular. En sus relatos, desfilan nombres históricos del fútbol uruguayo, desde el maestro Óscar Washington Tabárez hasta figuras salteñas como Edinson Cavani.

“Cavani siempre ha estado para Salto, ya sea en inundaciones u otras dificultades. Es un orgullo para el departamento”, afirma.

FAMILIA Y ORGULLO PERSONAL

La historia de Gustavo no se entiende sin su familia. Casado con Silvana Flores, a quien describe como “el gran cerebro de la familia”, ha criado a cuatro hijos y celebra con orgullo que todos hayan seguido caminos de estudio y esfuerzo.

Gonzalo, periodista y profesor; Gisela, locutora; Enzo, trabajador social; y Thiago, estudiante de profesorado en informática, son su mayor legado, junto a seis nietos que continúan esa tradición.

“Que un simple funcionario público haya podido dar estudio a sus hijos y nietos es motivo de orgullo. No se trata solo de trabajar, sino de formar buenas personas”, reflexiona.

COMPROMISO HASTA EL ÚLTIMO DÍA

Aunque podría haberse jubilado, Gustavo ha decidido seguir activo hasta completar el ciclo que él mismo se impuso. Lo hace no solo por razones personales, sino también para asegurar la transmisión de su experiencia a las nuevas generaciones.

En cada elección, grande o pequeña, se le ve recorriendo locales, ajustando detalles, ayudando a personas con dificultades de movilidad, gestionando rampas y velando por que cada ciudadano pueda ejercer su derecho al voto sin obstáculos.

“Son los detalles los que hacen que la gente se sienta respetada y atendida”, comenta.

UN EJEMPLO

En tiempos en que el trabajo en la función pública a menudo es objeto de críticas, historias como la de Gustavo García recuerdan que el servicio estatal puede estar marcado por la vocación y la integridad.

Su trayectoria no solo ha fortalecido el funcionamiento electoral en Salto y otros departamentos, sino que también ha dejado una lección de vida: la importancia de trabajar con pasión, respeto y honestidad, sin perder el contacto con la comunidad y sus necesidades.

ALEGRÍA EN EL TRABAJO

El funcionario resalta que la labor va mucho más allá de los comicios. Sábados y domingos, él y junto a un equipo recorren localidades rurales para gestionar credenciales, traslados y renovaciones, evitando que la gente de zonas alejadas deba gastar dinero y tiempo en viajes a la ciudad. “Es un trabajo social además de administrativo, y si bien debe ser remunerado, también exige un compromiso personal enorme”, explica.

Esa vocación no ha estado exenta de sacrificios ni riesgos. García recuerda episodios en los que debió trasladarse en helicóptero para rescatar urnas debido a inundaciones, o enfrentar tormentas que hacían tambalear los vehículos. “Son decisiones que uno toma en el momento, y gracias a Dios siempre salieron bien”, relata.

EL VALOR DE LA EXPERIENCIA

Tras 45 años de servicio, García reconoce que se acerca el final de su etapa en la función pública. “Los veteranos hacemos lo que podemos, pero necesitamos sabia nueva”, admite, subrayando la importancia de transmitir la experiencia a las nuevas generaciones de funcionarios.

Pese al desgaste natural del tiempo, mantiene la misma energía con la que empezó, convencido de que la fe y la fuerza de voluntad son motores fundamentales. “No hay nada difícil si se ponen ganas y fuerza de vivir”, sostiene.

LOS SUEÑOS PENDIENTES

Más allá de su rol en la oficina electoral, Gustavo García también ha estado ligado al fútbol y al carnaval, ámbitos donde ha dejado su huella como dirigente y colaborador. Hoy su sueño es acompañar a la Comisión de Chaná en el festejo de los 100 años y ver al club competir en la Copa de OFI.

“Lo bueno del fútbol es que podés ir a cualquier cancha y ser respetado si vos respetás”, comenta, destacando la importancia de la camaradería en el deporte.

UNA DESPEDIDA SIN ADIÓS

Aunque reconoce que su retiro está cerca, García no habla con nostalgia sino con gratitud y esperanza. “Nos queda poco tiempo de trabajo, pero mucho para disfrutar”, concluye con una sonrisa, convencido de que aún le quedan años para seguir colaborando, dentro y fuera de la cancha.

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