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En el marco del Día Internacional de Toma de Conciencia sobre el Abuso y Maltrato en la Vejez, la directora del Instituto Nacional de Personas Mayores (Inmayores), Marianela Larzabal, y la adjunta a la dirección, Agostina Russo, realizaron una visita clave al departamento de Salto. La actividad se centró en la sensibilización, la promoción de derechos y el fortalecimiento del diálogo interinstitucional con actores locales.

La jornada, que incluyó un seminario con participación ciudadana y una mesa de diálogo regional, sirvió como punto de partida para la construcción del Tercer Plan Nacional de Envejecimiento y Vejez. Las representantes del Ministerio de Desarrollo Social (MIDES) destacaron la importancia de integrar voces diversas y promover un cambio cultural profundo respecto al envejecimiento.

Más allá del estereotipo: la vejez como etapa diversa y activa

Durante el seminario, tanto Larzabal como Russo hicieron énfasis en la necesidad de desmitificar la vejez. “Hay tantas formas de envejecer como personas”, señaló Larzabal. “El problema no está en envejecer, sino en cómo la sociedad concibe y trata la vejez”. Este enfoque implica alejarse de estereotipos limitantes como asociar vejez con enfermedad o pasividad y abrazar una visión plural y digna de esta etapa vital. Ambas funcionarias resaltaron que el envejecimiento comienza desde que nacemos, y que hablar de vejez no debe limitarse a cifras o servicios, sino a los derechos, deseos y sueños de cada persona mayor. “La autonomía debe ser garantizada, no sustituida por una supuesta protección que muchas veces esconde formas de violencia invisibilizada”, agregó Russo.

La violencia contra las personas mayores: una problemática naturalizada

Uno de los temas más urgentes abordados en la visita fue la violencia hacia las personas mayores, en sus múltiples formas. Desde el maltrato físico hasta formas sutiles como el desprecio, la infantilización o el aislamiento, estas violencias suelen pasar desapercibidas.

“La violencia puede ser que alguien no pueda acceder a un trámite por falta de rampa, que le saquen un préstamo sin consentimiento, o que un familiar cobre su jubilación y se quede con el dinero. Todo eso es violencia y está naturalizado”, explicó Russo con firmeza.

En este sentido, la campaña nacional de sensibilización busca justamente abrir los ojos de la sociedad uruguaya a estas realidades silenciadas. Y no se trata solo de denunciar lo visible, sino también de revisar prácticas cotidianas que reproducen microviejismos: frases, actitudes o decisiones que, aunque bienintencionadas, terminan vulnerando la autonomía y los derechos de las personas mayores.

Regulación y control de centros de larga estadía

Larzabal también abordó la situación de los centros de larga estadía para personas mayores, a raíz de un reciente cierre en Tacuarembó que generó preocupación. Aclaró que si bien ese caso no correspondía estrictamente a un centro para mayores, el Inmayores trabaja activamente en la regulación y fiscalización de los establecimientos habilitados.

Actualmente, Uruguay cuenta con aproximadamente 1.300 centros de larga estadía. De ellos, 305 tienen el certificado social otorgado por el Instituto, mientras que 210 cuentan con habilitación del Ministerio de Salud Pública. Otros 187 están en proceso de regularización. “Nuestro trabajo es estimular la regularización, acompañar a los establecimientos y garantizar que el modelo de atención esté centrado en la persona y no en la institucionalización”, explicó Larzabal.

Cabe destacar que solo entre el 3% y 4% de las personas mayores en Uruguay viven en residenciales, lo cual resalta la importancia de políticas que también contemplen el envejecimiento en el hogar y en la comunidad.

Escuchar para construir, mesas de diálogo y descentralización

Una de las apuestas más importantes del Inmayores es la construcción colectiva de políticas públicas. En ese sentido, la jornada en Salto fue parte del proceso de elaboración del nuevo plan nacional sobre envejecimiento y vejez.

La mesa de diálogo que se celebró reunió a referentes de todo el norte del país, así como a organizaciones civiles de personas mayores. Estas instancias buscan recoger demandas, propuestas y realidades desde el territorio. “No es lo mismo envejecer en Montevideo que en Belén o en zonas rurales de Salto”, subrayó Russo, destacando la necesidad de descentralización y adecuación regional de las políticas.

La semana siguiente se replicará esta experiencia en el sur del país, con el mismo objetivo: construir políticas públicas basadas en la escucha activa y en la diversidad de experiencias.

El rol de la educación y el compromiso intergeneracional

Otro punto fuerte de la actividad fue la participación de estudiantes, docentes y ciudadanía en general. Desde la UTU hasta organizaciones sociales, pasando por adultos mayores que oficiaron como ponentes, el seminario demostró que la vejez es un tema que interpela a toda la sociedad.

“Tenemos que trabajar para que la convención de derechos de las personas mayores también se enseñe en las escuelas, como se enseña la de niños y adolescentes”, propuso Russo. La educación es vista como una herramienta clave para combatir el viejismo y construir una sociedad más respetuosa, inclusiva y solidaria.

Hacia una vejez digna, activa y con derechos

El Instituto Nacional de las Personas Mayores se propone no solo coordinar políticas públicas, sino también promover un cambio sociocultural. En palabras de Larzabal, “el paradigma debe cambiar: de una mirada asistencialista a una que reconozca los derechos, la autonomía y la diversidad de las personas mayores”.

En ese camino, las políticas de cuidados —como los centros de día— juegan un rol esencial. Actualmente hay ocho centros de día en el país, pero el objetivo es ampliarlos. Se está redactando un nuevo Plan Nacional de Cuidados que contemple estas demandas, y en ese marco la articulación con las organizaciones sociales será clave.

Además, Uruguay promueve a nivel regional la instalación de un mecanismo de seguimiento de la Convención Interamericana de Derechos de las Personas Mayores, reafirmando su rol como país referente en derechos humanos.

Una tarea de todos

La visita a Salto dejó en claro que garantizar una vejez digna no es solo tarea del MIDES o del Inmayores, sino de toda la sociedad. “Todos envejecemos desde que nacemos, y lo que hagamos hoy impacta en cómo viviremos nuestra vejez”, recordó Russo.

Cambiar actitudes, revisar prejuicios, generar políticas adecuadas y promover el respeto no son gestos menores: son transformaciones fundamentales para una sociedad más justa y solidaria.

Porque envejecer no es un problema, es un privilegio. Y como tal, merece ser vivido con dignidad, participación y alegría.

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