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Cuando pensamos en dermatitis atópica, solemos imaginar solo la piel afectada: enrojecida, irritada, con lesiones visibles. Pero detrás de esa imagen hay mucho más. Según explica la Dra. Agustina Acosta, médica especialista en dermatología y presidenta de la Sociedad de Dermatología del Uruguay, esta enfermedad impacta profundamente en la salud emocional y psicológica de quienes la padecen y sus familias.

“La dermatitis atópica es mucho más que un problema de la piel. Afecta la vida cotidiana, las relaciones sociales y el bienestar emocional”, señala Acosta. Esta afección crónica provoca inflamación y una picazón intensa que genera frustración, vergüenza y aislamiento. “La visibilidad de las lesiones puede afectar la autoestima y llevar a evitar actividades sociales”, agrega.

Por su parte, Gustavo Di Genio, presidente de la Asociación Psoriasis del Uruguay (APSUR), que nuclea a pacientes con distintas enfermedades de la piel, complementa: “Es una enfermedad que afecta todos los aspectos de la vida, desde lo físico hasta lo emocional. Muchas personas sienten que pierden el control sobre su día a día debido a los síntomas”. Además, destaca que, según la Encuesta de necesidades insatisfechas en pacientes con enfermedades de la piel en la región LATAM 2024 - Uruguay, realizada por APSUR y la Coalición Latinoamericana de Pacientes de la Piel (COLAPPIEL), el 14% de los encuestados padece dermatitis atópica, lo que subraya la relevancia de abordar esta problemática de manera seria e integral.

Barreras en el acceso al diagnóstico y tratamiento

El prurito (picazón) suele empeorar durante la noche, dificultando el descanso y provocando cansancio e irritabilidad. Esto repercute tanto en el trabajo como en el estudio. “Imaginemos que algo tan básico como dormir o practicar deporte se convierte en una fuente de sufrimiento. Esa es la realidad para muchas personas con dermatitis atópica moderada o severa”, describe la Dra. Acosta.

Sin embargo, el acceso oportuno al diagnóstico y tratamiento sigue siendo un desafío importante. Según Di Genio, las demoras para recibir atención especializada reflejan un sistema que no responde a tiempo, especialmente en el interior del país. Estas barreras no solo agravan los síntomas físicos, sino que también generan frustración y desgaste emocional.

El impacto social y emocional del estigma

La Dra. Acosta resalta cómo la visibilidad de las lesiones afecta la autoestima de los pacientes. “Muchos se sienten avergonzados por la apariencia de su piel, lo que los lleva a evitar actividades sociales y a experimentar rechazo”, explica.

Di Genio añade que el estigma social tiene consecuencias profundas. “El aislamiento y la falta de apoyo pueden intensificar síntomas como ansiedad y depresión, creando un círculo vicioso difícil de romper”. Para combatir esto, propone campañas de educación pública, espacios de apoyo psicológico y formación para profesionales de la salud.

Educación y empoderamiento: claves para el manejo de la enfermedad

De acuerdo con la Dra. Acosta, la educación es clave para mejorar la calidad de vida de los pacientes. “Un diagnóstico temprano permite iniciar tratamientos que calmen los síntomas y eviten complicaciones. Es importante que los pacientes sepan que no deben resignarse”, subraya.

Di Genio coincide en la importancia de la educación y destaca que muchos pacientes no reciben suficiente información sobre su enfermedad. “La educación permite tomar decisiones informadas, mejorar la adherencia a los tratamientos y manejar mejor los aspectos emocionales”, afirma. Además, recalca que informar a las familias y allegados es fundamental para crear un entorno de apoyo.

Avances y desafíos en el acceso a terapias innovadoras

Gracias a los avances médicos, muchas personas han logrado mejorar su calidad de vida, incluso en casos severos. “Tenemos más herramientas que nunca. Lo importante es que los pacientes consulten y no pierdan la esperanza”, resalta la Dra. Acosta.

Di Genio complementa señalando que, aunque existen opciones terapéuticas importantes, aún persisten barreras como las demoras para acceder a especialistas, cambios frecuentes de médicos y dificultades económicas. “La ciencia ha avanzado, pero necesitamos garantizar que estas terapias lleguen a quienes las necesitan”, concluye.

El rol de APSUR y un mensaje de esperanza

Desde APSUR, se trabaja activamente para mejorar la situación de los pacientes con dermatitis atópica. “Brindamos información, promovemos políticas públicas y colaboramos con alianzas nacionales e internacionales para buscar soluciones concretas”, explica Di Genio.

Finalmente, tanto la Dra. Acosta como Di Genio coinciden en enviar un mensaje claro a los pacientes: no resignarse. “Consultar a tiempo, informarse bien y pedir ayuda son pasos fundamentales”, afirma la Dra. Acosta. Por su parte, Di Genio concluye: “Vivir sin brotes, sin dolor y con tranquilidad emocional no debería ser un privilegio; es un derecho”.

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