Anotaciones Callejeras
¡Qué peligro! Tirados por muchos lugares de la ciudad, hay viejos postes de madera, abandonados. Son esos que alguna vez fueron sustituidos por otros en mejor estado, o directamente por columnas de hormigón o hierro. Resulta que no son pocas las personas que los cargan y llevan así como están, no importa el tamaño (los llevan en carros, carretillas, camionetas, etc.), otras los cortan en trozos más pequeños para transportar en una moto o una bicicleta. ¿Para qué? Seguramente para utilizar como leña en la estufa. Es una forma de no comprar y por lo tanto de ahorar unos pesos. Pero estamos ante un peligro grande, que quizás muchos desconocen. Estos postes habitualmente están "curados" con productos químicos (es muy común que tengan un color verdoso), sobre todo con algunos selladores de madera. En contacto con el fuego, empiezan a desprender un humo absolutamente tóxico, muy en especial cuando emanan vapores de arsénico. Según se nos ha explicado, también la ceniza de estas maderas son muy perjudiciales si entran en contacto con alimentos. Así que, a tener mucho cuidado.
Un tema que se repite cada vez que hay creciente, es la basura que se acumula en las orillas. Pero no por ser repetido, hay que ignorarlo. Es una buena oportunidad para observar, como suele decirse, "la suciedad que el río nos devuelve". Quien mire hacia los costados del puente de las Carretas, por ejemplo, podrá ver desde ropa hasta pedazos de electrodomésticos o muebles, pasando por supuesto por maderas, plástico, bolsas de nailon y todo lo que uno pueda imaginarse. Claro que más que observar, lo bueno sería razonar para corregir conductas, pero no es fácil.
Varias veces hemos hablado en esta columna de la plazoleta de juegos "Dr. Horacio Suárez Sedraschi", en 19 de Abril y Zorrilla, y también de la que está en frente, donde luce la locomotora La Criollo. Hace unos días, un lector nos decía que había pasado por allí y le causó "mucha nostalgia" observar el moderno edificio erigido por 19 de Abril al 500. ¿Por qué nostalgia?, le preguntamos. "Porque conocí hasta por adentro la casa que había ahí... Era la casa del escritor Eduardo Santos Taborda", nos dijo. Una de las cosas que recuerda de aquella casa ya inexistente, es que, en el fondo, tenía balcones al arroyo Sauzal. Recordemos que Taborda es el autor del libro "Salto de ayer y de hoy", uno de los textos de referencia cuando se estudia nuestra historia local.
Algunos pronósticos meteorológicos difundidos en las últimas horas, anuncian que una vez que pase esta ola de frío polar, casi de inmediato tendremos un veranillo. "Ideal para que siga enfermándose la gente", comentaba ayer una señora.
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