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Estoy de acuerdo con la afirmación del senador blanco Sebastián da Silva que la compra de la Estancia María Dolores en Florida es un regalo póstumo a José Mujica muy propio de un capricho tupamaro. Un regalo de 32 millones de dólares con dineros públicos, puro humo progresista de una empresa fantasiosa condenada al fracaso, una fanfarria a todo volumen junto al féretro del ex guerrillero defensor de la reforma agraria, tierra para los pobres y trabajadores rurales.

Dicen además que se pagó un precio sideral, parece que casi el doble de lo que valdría en el mercado. Dicen también que el propietario de las tierras hizo un pingue negocio porque las compró por 12 millones y las terminó vendiendo al INC por el triple de dinero, buen negociante pero, en realidad la contraparte maldita de la moral tupamara. Y, además que la maldición de Malinche siguió prevaleciendo porque se habla de un inversionista extranjero que fue el beneficiado. Más de aquello de “haz lo que digo pero no lo que hago”…

Es obvio que se trató de una operación acelerada e improvisada. Los tupamaros movieron las piezas institucionales para concretar el negocio en tiempo y de la forma posible, hasta nombraron una integrante del Directorio para alcanzar la mayoría necesaria para autorizar el negocio.

Un discurso de homenaje con un regalo específico demasiado caro e inservible. Del dinero ni hablo porque esta gente esta acostumbrada a gastarlo y derrocharlo impunemente, hay varios ejemplos en el pasado: Pluna, Envidrio, Gas Sayago, Ancap, Antel Arena, otras velas prendidas al socialismo. Pero lo más importante es que un gasto al santo botón que no responderá ni por asomo los objetivos que dice perseguir: 13 tambos para los trabajadores rurales. Lo de ahora es una estancia señorial que parece más destinada a un complejo de turismo rural y por otro lado 4000 hectáreas que hay que lotear adecuadamente, alambrar, construir instalaciones, instalar infraestructura, energía eléctrica y agua potable, además de un lote mínimo de vacas lecheras. Es decir otra inversión similar al capital tierra aportada seguramente y de vuelta por el INC o algún otro organismo del Estado. Pero cuando será eso, ¿Quién sabe cómo y cuándo? Capaz que nunca y que esas tierras terminen en las grandes gremiales para desarrollar la cuenca lechera de Florida, tal como lo supone también el Senador Da Silva.

El proyecto popular quedará solo en el recuerdo y a favor del Pro Secretario de la Presidencia Alejandro Sánchez en su sentido y emocionante discurso de despedida al “Viejo querido”, mandarse la parte con una bandera histórica de los tupamaros como lo fue tierra para los trabajadores. Y todo el jueguito le costará una fortuna al pueblo uruguayo contribuyente con sus impuestos al Tesoro Nacional, para que estos señores jueguen a los bondadosos y liberadores con plata ajena.

Es una cuestión de estilo, de ética pública, de ideología perimida, de sentido común que duele e importa mucho y es más grave que la legalidad de la operación. El Instituto Nacional de Colonización puede comprar tierras, y en efecto lo hizo, con las intenciones de entregarlas a los eventuales colonos. De hecho el INC debe ser uno de los propietarios de tierras más grandes del país. La compra de María Dolores habrá sido legal y en efecto, mucha gente esta de acuerdo con tales políticas, está incluso en el Programa de Gobierno del Frente Amplio. Pero gastar esa montaña de plata, sin el presupuesto correspondientes en la arcas del INC, en estos momentos de riego fiscal y estabilidad económica, es un atentado a la razón propio de los salvadores de la Patria que hacen la revolución desde los escritorios, regalando a trocha y mocha, tropezando varias veces con la misma piedra. La Senadora Graciela Bianchi también sostuvo, y con mucha razón, que darle esos tambos a los presuntos trabajadores rurales era la mejor manera de mantenerlos pobres de por vida. Fin…

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