Estimado Director. El sábado pasado me encontraba yendo a la ciudad de Concordia por la avenida Luis Batlle Berres, ni bien pase la Puerta del Trabajo vi que venían hacia la ciudad dos inspectores de tránsito en moto. Un par de kilómetros después otros dos inspectores de tránsito también me cruzaron, ellos en sentido hacia la ciudad. Me llamó la atención haber visto esos cuatro inspectores de tránsito, pensé que pudo haber ocurrido un accidente de tránsito o algo por el estilo.

A medida que avanzaba hacia la zona de Salto Grande comencé a ver algunas camionetas que iban muy despacio y no necesariamente contra la banquina. A llegar a la zona del Agua Salto veo dos personas, que no son inspectores de tránsito ni estaban vestidos como tales, y que estaban dirigiendo el tránsito, o intentando ordenarlo, en vista que desde la entrada del camino que lleva al Agua Salto venían caballos con sus respectivos jinetes en una especie de competencia.

No es la primera vez que veo este tipo de competencia de jineteadas (creo que se llaman así) al costado de la ruta o muchas veces sobre ella lo cual me parece que no corresponde, seguramente habrá muchos otros lugares más seguros para los caballos y sus jinetes para que no compartan en forma riesgosa su espacio con los automovilistas.

Pero el real motivo de estas líneas es que es totalmente ilógico haber visto cuatro inspectores de tránsito volver a la ciudad cuando la competencia aún estaba activa y motivo por el cual dos personas, presuntamente organizador de la competencia o simplemente algún familiar de uno de los competidores, haya tenido que ponerse a ordenar el tránsito poniéndose en riesgo él y los demás, por que claramente no estaba capacitados para tal desafío.

¿Acaso los inspectores no sabían que la competencia aún no había terminado? No les pagamos sólo para que sean implacables a la hora de poner multas en los autos en el estacionamiento tarifado, necesitamos que sean implacables en lo que es más importante: el ordenamiento del tránsito.