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El 1º de Mayo no es un feriado más. Es sinónimo de memoria, de lucha y de reivindicación. Tiene su origen en los cruentos hechos de 1886 en Chicago, donde trabajadores que reclamaban la jornada laboral de ocho horas fueron reprimidos con violencia, procesados sin justicia y, algunos, condenados a muerte. Aquellos llamados “Mártires de Chicago” simbolizan el precio que, en todos los rincones del planeta, han pagado los trabajadores para conquistar derechos fundamentales.

 Uruguay no fue ajeno a estas luchas ni a los ecos de aquel movimiento. La llegada del siglo XX encontró a nuestro país en una profunda transformación social, política y económica. En ese contexto, emerge con fuerza la figura de José Batlle y Ordóñez, presidente en dos períodos (1903-1907 y 1911-1915), cuya visión progresista sentó las bases del moderno Estado de derecho social en el que aún vivimos. Batlle y Ordóñez, comprendió que el desarrollo de una nación no puede fundarse sobre la explotación de sus trabajadores. Por ello, desde el histórico y fundamentalista Partido Colorado,  al que le aportó su impronta, impulsó un conjunto de leyes sociales pioneras en América Latina y el mundo, que hoy consideramos conquistas naturales, pero que entonces eran revolucionarias: la jornada laboral de ocho horas, la regulación del trabajo infantil y femenino, el descanso semanal obligatorio, la creación de cajas de jubilaciones y pensiones, la indemnización por accidentes laborales, entre otras. 

Estas políticas no fueron concesiones graciosas: fueron respuestas políticas a una sociedad que se organizaba, que marchaba, que levantaba la voz. Porque cada derecho conquistado, en Uruguay y en el mundo, ha sido fruto de la organización de los trabajadores, de la acción sindical, de la presión colectiva que reclama dignidad y justicia. El Día Internacional de los Trabajadores no es, por tanto, un mero acto conmemorativo. Es una jornada de reafirmación, de reflexión crítica y de compromiso con el presente y el futuro del trabajo.

Es también un momento para mirar hacia atrás con gratitud y hacia adelante con responsabilidad. En nuestro país, el acto central organizado por el PIT-CNT —en la Plaza 1º de Mayo frente al Palacio Legislativo— y en las múltiples actividades que se desarrollan en el interior, como en nuestra ciudad, dando cuenta de una tradición viva. Porque los derechos laborales conquistados no están garantizados para siempre. Nuevas formas de precarización, la automatización del trabajo, la economía informal y las plataformas digitales plantean desafíos inéditos que requieren, hoy como ayer, una respuesta colectiva y solidaria. El legado de Batlle y Ordóñez debe servirnos de inspiración. Su capacidad de mirar más allá del conflicto inmediato, de legislar con sentido de justicia y no de oportunismo, de anticiparse a los problemas de su tiempo con soluciones duraderas, sigue siendo un faro para las generaciones actuales.

Hoy, como en 1886, como en los años de Batlle, como en cada 1º de Mayo desde hace más de un siglo, los trabajadores uruguayos se movilizan no solo para recordar a quienes dieron su vida por mejores condiciones laborales, sino también para construir un país más justo, más equitativo, más humano. El Día de los Trabajadores es, en definitiva, una fecha que une historia y porvenir. Es el día en que el pueblo trabajador reafirma que los derechos no se heredan: se conquistan, se defienden y se renuevan.

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