Los animales en las rutas y calles
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Por Jose Pedro Cardozo
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director@laprensa.com.uy

Los accidentes de tránsito en las rutas y calles de nuestro país son un problema que, aunque no nuevo, sigue cobrando una preocupante relevancia. Estos eventos, protagonizados en muchas ocasiones por animales sueltos, no solo ponen en peligro vidas humanas, sino también generan daños materiales y traumas que podrían ser evitados con una gestión más eficiente y responsable. El reciente accidente en la Ruta 4, cercano a Valentín, que involucró a un automóvil argentino y una tropilla de equinos, es un trágico recordatorio de las consecuencias fatales de esta situación.
El hecho, ocurrido en los accesos al puente sobre el río Arapey, resultó en la pérdida de una vida humana, lesiones graves en el conductor del vehículo y el tropero que arriaba a los animales. La muerte de cuatro equinos y en un segundo vehículo que circulaba detrás, ocupado por una mujer y sus dos hijos, estuvo a punto de sumarse a la tragedia. Felizmente solo resultaron golpeados y con daños en el vehiculo al colisionar con los equinos muertos.
Lamentablemente, no es un caso aislado; semanas atrás, un motociclista falleció en Ruta 3 al chocar contra equinos sueltos en plena madrugada, mientras que en la zona urbana, accidentes provocados por perros callejeros son parte de la vida diaria.
La cuestión de fondo es la difusión de responsabilidades. Los propietarios de los animales, las autoridades municipales de tránsito y la Policía Caminera parecen eludir sistemáticamente su deber, dejando a las víctimas en una situación de desamparo. Resulta indignante que, tras cada tragedia, el debate sobre la seguridad vial se active solo por un breve período, sin que se implementen, soluciones duraderas.
La magnitud del problema es evidente en las cifras: hace tres años, se reportaron 25.154 personas lesionadas en accidentes de tránsito, lo que equivale a un promedio de 69 personas al día. De estas, el 1,7% perdió la vida, el 12,6% sufrió heridas graves y el 85,7% heridas leves. Estas estadísticas reflejan la gravedad de una situación que podría reducirse significativamente con medidas preventivas efectivas.
Es imperativo abordar este problema con acciones concretas. En primer lugar, es esencial reforzar la regulación y supervisión de animales en zonas periurbanas y rurales. Esto implica identificar y sancionar a irresponsables que transiten con su ganado sin el debido control y nunca de noche, como fue en el caso que nos ocupa.
En el ámbito urbano, la gestión de animales callejeros también debe ser una prioridad. Esto incluye campañas de esterilización y adopción, así como la concientización ciudadana sobre la tenencia responsable de mascotas. Por otra parte, se requiere una inversión significativa en educación vial y campañas de sensibilización que promuevan un cambio cultural en la manera de entender y practicar la seguridad en las carreteras.
No podemos seguir resignándonos a que las tragedias sean el precio a pagar por la inacción y la indiferencia. Las víctimas de estos accidentes merecen justicia, y nuestra sociedad, un compromiso serio con la seguridad vial. Es hora de actuar con responsabilidad colectiva para reducir el dolor y las pérdidas que, día tras día, dejan huella en nuestras vidas y nuestras rutas.
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