La incontenible alegría de ver un sueño cumplido
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Por Pedro Rodríguez
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moviles@laprensa.com.uy

Pasó la elección, y como en esos partidos donde el resultado era previsible, el marcador no sorprendió a nadie. La vida en el departamento sigue, la rutina no se detiene, y la mayoría de nosotros volvemos a nuestras tareas diarias. Lo único que realmente cambió fue el gobierno departamental. Ahora, comienza la transición y con ella, las expectativas y especulaciones sobre el nuevo ejecutivo. Los ganadores celebran, los perdedores analizan, y los expertos debaten si realmente hubo derrotados o si, en cierta forma, todos ganaron algo. Yo no soy de esos expertos; lo mío es una opinión sencilla, periodística, sin intereses políticos, pero inevitablemente inmersa en ese microclima que nos envuelve a todos cuando se habla de política.
En este nuevo escenario, se consolida como líder del Partido Nacional Carlos Albisu, mientras que Marcelo Malaquina emerge como la figura fuerte del Partido Colorado. Es cierto que la diferencia de votos entre Albisu y Malaquina fue significativa, pero la participación de Malaquina fue clave para sellar el triunfo y asegurar el resultado. Albisu, pese a su juventud, ya cuenta con varias contiendas electorales en su haber, lo que lo posiciona como un líder indiscutido. Supo reunir a los llamados “grupos chicos”, algunos de los cuales lograron representación en la Junta Departamental, y eso fue determinante para ampliar la diferencia con el recién llegado a la política, Malaquina, quien en apenas veinticuatro meses logró desplazar al histórico líder colorado Germán Coutinho y quedarse con la diputación junto a Horacio de Brum.
No puedo dejar de manifestar la votación histórica que obtuvo la lista 404, la cual consolida a Pablo Constenla como un líder indiscutible. Este resultado ratifica por qué ganó la elección de jóvenes, las internas partidarias y la diputación. Sin dudas, la 404 y Constela dejan una huella en esta elección que merece ser destacada, y que suma un nuevo protagonista al escenario político local.
Si seguimos este razonamiento, podemos decir que la consolidación del liderazgo departamental es un hecho. Todo lo que haga Albisu, al menos por ahora, contará con el respaldo de un Salto que le dio un apoyo avasallante. Este fenómeno, en parte, se explica por la gestión anterior de Andrés Lima, marcada por errores y una ambición desmedida que terminó fortaleciendo a sus adversarios. Las aspiraciones de Lima, tan audaces como inalcanzables, dejaron el camino libre para que Albisu se consolide y, además, sume un aliado con proyección de futuro. Parece que la coalición tiene cuerda para rato.
Indudablemente, Albisu y Malaquina son las caras de la victoria en mayo del 2025, y este dato queda para la historia.
Pero más allá de los nombres y los partidos, lo interesante es cómo, después de cada elección, el “juego” político sigue. Como en el fútbol, donde el partido no termina con el pitazo final, sino que continúa en los comentarios, los análisis y las estrategias para el próximo encuentro. Hoy, el tablero político se reacomoda, los jugadores se mueven y la hinchada -nosotros, los ciudadanos- observa, opina y espera.
En la política, como en el fútbol, los resultados no siempre reflejan todo lo que pasa en la cancha. A veces, el que pierde aprende más que el que gana, y el que gana sabe que el próximo partido puede ser mucho más difícil. Lo importante es no dejar de jugar, seguir trabajando en equipo y, sobre todo, nunca perder de vista que, gane quien gane, el partido más importante es el que jugamos todos los días: el de construir un mejor lugar para vivir.
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