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El Fondo para el Desarrollo (FONDES) fue un invento del fallecido Mujica para financiar las "velitas al socialismo”. Dinero de los uruguayos para dárselo a empresas como Alas U y Envidrio, por ejemplo, verdaderos agujeros negros que se sabía que no podían prosperar, con arreglo a procedimientos que no tienen nada que ver con el mercado libre de competencia sino con viejos protocolos ideológicos, casi pensando que las empresas asistidas fueran como empresas públicas monopólicas del estado, un ajuste de la economía en modo socialista.

Esas son las velitas de Mujica, un proto socialismo minimalista, embrionarario y voluntarista como el Plan de Viviendas llevado a cabo o la compra de tierra para los trabajadores rurales, tema que nos tiene atentos y preocupados en la actualidad con las 4 mil hectáreas en Florida compradas por el Instituto Nacional de Colonización (INC). Desde luego y en los hechos todo un auténtico fracaso económico y político, las experiencias no sirvieron para nada ni siquiera como aporte cultural de que el modelo podría ser viable para la sociedad uruguaya.

De manera que la vela de Mujica ha sido equivocada. Nefasta, pésimo ejemplo, se apagó tan pronto como se prendió. El socialismo autogestionario. El experimento fracasó y salió carísimo. Millones y millones de dólares tirados a la basura.

Cuando Mujica creó el FONDES, lo definió como "una velita encendida al socialismo". El ex presidente realizó esa manifestación porque creía que el experimento iba a funcionar y que la vela se convertiría en una llamarada. En su calidad multifacética de docente de economía política que hacía gala permanentemente y delante de estudiantes de Economía, Mujica afirmó que “el invento deberá superar las acechanzas del sistema capitalista. Sin embargo, advirtió a los trabajadores de las empresas auto gestionadas que tenían que estar dispuestos a perder algunos beneficios de los que gozan el resto de los asalariados”. Dicho de otro modo, el primer calorcito, la primera lucecita de la vela socialista era la pérdida salarial, lo que resultaría inadmisible para cualquier sindicato medianamente clasista y combativo. Esa era la formula socialista de Mujica en democracia.

De vuelta  con lo mismo. Tierras para los trabajadores rurales a través de INC, un verso en las formas y en los hechos. No resulta ilegal el hecho de la compra de una estancia en 32 millones de dólares para ser destinada a un complejo lechero, estaría ajustada a la ley lo presumo de buenos oficios, el asunto es su viabilidad por la oportunidad, por la modalidad de gestión, por las garantías de los eventuales colonos, por las expectativas planteadas a priori pero destinadas al fracaso más estrepitoso. A la postre significa más escandalosos en términos éticos, por prioridades en la asignación de recursos, de darle manija a estos caprichos ideológicos que no conducen a nada y salen carísimos para los contribuyentes, mientras otros legítimos demandantes de los dineros públicos quedarán, una vez más, con la ñata contra el vidrio.

Es muy propio de la parafernalia tupamara y emepepista que para la memoria del líder, recientemente fallecido, se apele a la compra millonaria de tierras para los trabajadores como sentido homenaje al frente de su cajón fúnebre y a manera de despedida. En su propia ley y salsa: un regalo póstumo con dinero de todos los uruguayos con pinta de mero humo, condenado al fracaso como cada una de las velas prendidas al socialismo que alguna vez supo prender Mujica.

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