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En las recientes elecciones la ciudadanía eligió los gobiernos departamentales y municipales; en ese sentido “vox populi vox dei”, la voz del pueblo es la voz de Dios, así lo establece nuestro sistema democrático republicano. Además, los resultados tienen otros mensajes que habrá que descifrar incluso para entender las razones de los mismos. A nivel Departamental, el resultado es un calco de 2020, con la diferencia sustantiva de la aparición de la Coalición Republicana como partido político. El Frente Amplio obtiene 96 votos más y la Coalición 743 más que la suma de los obtenidos por los partidos Nacional y Colorado en 2020.

En los Concejos Municipales de Salto (son 6 elecciones diferentes y por tanto cada uno de ellas merece su propio análisis) se mantuvieron los Alcaldes, los que fueron por la reelección la obtuvieron y en el municipio de Constitución donde no era posible el Frente Amplio mantuvo el gobierno. En todos los casos la relación es 3 Concejales para el ganador y 2 para el perdedor, con el Frente Amplio obteniendo al menos 3 Concejales titulares más (Mataojo, Lavalleja y Belén).

Cada una de las organizaciones políticas podrá hacer sus evaluaciones y sacar sus propias conclusiones. Seguramente le servirán para pensar los tiempos que se vienen.

En principio, esta estabilidad en los números que nos lleva a los frenteamplistas a perder la Intendencia nos plantea algunas preguntas que análisis más profundos podrán develar. ¿Se puede suponer que el electorado se mantuvo y nadie cambió su voto o es posible pensar en algunos cambios de partidos de los votantes?

Habrá que encontrar las razones para que el Frente Amplio no creciera, si es responsabilidad de la gestión de gobierno, de la dirección política partidaria, de ambas o de factores exógenos. ¿Cuánto pesa el ejercicio del Gobierno y cuánto desgasta? ¿Cuánto incide que la cabeza del ejecutivo estuviera más preocupado por su futuro político que por la gestión de gobierno?

Entender los motivos para que el Frente Amplio a nivel departamental no fuera capaz de atraer nuevos votantes. Saber si importan más las adhesiones ideológicas partidarias, las propuestas programáticas o los antecedentes o carismas de los candidatos. ¿Cuánto pesan las promesas personalizadas y el clientelismo?

Cuantificar el efecto de las campañas electorales permanentes como las que vivimos en los últimos cinco años, pero a su vez cuanto pudo incidir la falta de una fuerte campaña electoral institucional unitaria de todo el Frente Amplio.

¿Cuánto incidieron la falta de cohesión entre los discursos de los candidatos a Intendentes, que parecían a los ojos de los votantes más preocupados en marcar su perfil en la interna que en discutir hacia afuera?

Entender si la estructura y la conducción política eran las adecuadas para sostener un gobierno departamental y llevar adelante la campaña electoral en este nuevo bipartidismo.

También es cierto, que aun si suponemos que todo lo hecho fue malo, mantener la votación marca un piso no menor del electorado del Frente Amplio.

La mayoría de estas preguntas han aparecido en la prensa, como preguntas o afirmaciones o incluso hasta como acusaciones. No queremos discutir por los medios.

Pretendemos iniciar un proceso de autocrítica, de evaluación compartida, en la que cada uno deberá asumir su cuota parte de responsabilidad para sintetizar colectivamente en un balance que nos permita proyectarnos en la construcción política de un mejor Frente Amplio para volver a gobernar Salto.

Una autocrítica que deberá tener como eje motor el dialogo con propios y extraños, que incluya mucha escucha y generación de confianza con los diferentes actores de nuestro departamento para construir sentido y rumbo común, imprescindible para sentar las bases de una sólida acumulación política que supere lo meramente electoral y nos permita construir una nueva mayoría política y social.

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